Tres cañas con historia

EL HOMBRE y LA PESCA

por JORGE C. DONOVAN
Fotos: SINDO FARIÑA

Escribí estos relatos hace más de diez años. Debieron publicarse en mi libro “Nací Pescador”, pero se traspapelaron. Hace poco, ordenando papeles, apareció el manuscrito. Lo volví a leer y me pareció que debía publicarlo con una aclaración: hoy no uso más aquellas nobles cañas de bambú; sin embargo, podría escribir los mismos relatos con las cañas modernas que utilizo, que si bien son de fibras sintéticas, han superado la performance de las de bambú, por lo menos en mi opinión.

Las cañas serían una WINSTON 9′ para línea 5 diseñada por Tom Morgan, la World Class 8 1/2′para línea 6 de FENWICK, diseño de Jim Green, ‘Y una ORVIS 8′9″ de Boron/Grafito para línea 7, diseñada por Howard Steer. Con una Orvis 8′9″ lo vi a Rajeff hacer el cast más impresionante que he visto. Tirar una ninfa de spinning a más de 35 metros en el río Traful, vadeando.
La puse nuevamente en el agua para que volviera a ser como quiero ser yo: libre.

Primera historia; Estoy sentado en una piedra. Hace calor. Los wader hacen las veces de “buzo mágico”, y los blue jeans que uso están empapados con la condensación. El río corre manso, pero inexorable, a cumplir su destino y volcarse en el mar. Yo también cumplo mi destino.
Qué curioso es todo ,ésto; pienso que lo único realmente constante en mí es esta afición por la pesca. Desde cuándo, ~o lo sé; creo que desde siempre. ¿Qué es lo que me gusta?
Tampoco lo sé; el pique, la corrida, el salto, el lanzamiento, el final con su canto de triunfo o de derrota. ¿triste? ¡No!
Frustrante, tampoco. Simplemente el pez fue más hábil y aprovechó mis errores.

El paisaje, el árbol, los pájaros, todo, todo me apasiona. Cerrar los ojos y sentirme libre. Qué lindo es ser libre;’ creo que es el verdadero sentido de la vida. Ser libre. Es más, para expresarlo no necesitamos más que la palabra ser; para ser hay que saber ser libre y sin libertad no hay ser.
Pero no quiero filosofar. Quiero escribir, y escribir sobre pesca, claro está. Quiero contarles mi pasión por una caña de mosca; quiero contarles cómo reacciona una buena caña, cómo se identifica con su dueño, y cómo cumple con sus impulsos, la voluntad creadora de,quien la maneja.
staba sobre una piedra a orillas de un río; ¿recuerdan? Ahí, frente a mí, sube una trucha. No es ni grande ni chica; es una trucha. Yo tengo en mis manos una caña Phantom de Hardy de 6′10″ de largo, línea 4, un leader de 12′ pies rematado con un tippet 6X, o sea 0.14, y una mosca seca No.16 (Black-Knat). Había visto unas “mayflies” muy oscuras eclosionando.
Entro al agua muy despacio, furtivamente, como un gato acechando un gorrión. Ensayo un cast. Alargo.
Sé que tengo que tirar una curva a la izquierda; siento que la punta de la caña es la prolongación de mi pensamiento. Tiro: El mango de la caña acaricia mi mano e impulsa la punta.

La línea en grácil vuelvo se estira y estira. Al final, el nylon se desenrolla sobre si mismo. La mosca flota en el aire; pero su inercia la hace seguir hacia adelante. Un breve tirÓn de la mano izquierda la detiene y hace que el vuelo de la misma se desvíe a la izquierda, cayendo. Se posa en el agua delante delleader y la línea; deriva libre, inmóvil sobre la trucha.
He pretendido describir algo de la enorme belleza de una cast de mosca. Quiero demostrar que lo fino no es sólo para el pez. No; es también para nosotros, para que el cast sea perfecto, para que toda esa belleza plástica de un cast de mosca se plasme en un tiro de técnica depurada, y que todo armonice con esa privilegiada naturaleza que es un arroyo con trucha.
Ellight spinning podrá ser muy deportivo; perO” jamás será como el flycast. La presentación de una mosca, seca, Dinfa, húmeda, bucktail, streamer y aún de ese engendro que es un popper, requieren habilidad, destreza; pero por sobre todo arte. Sacar el pez con cualquier equipo es más o menos lo mismo cuando pescamos liviano, más paciencia, mas tiempo, mas resignación ante las mayores pérdidas.
Sigamos con nuestro relato. Sube la trucha, toma, se da vuelta, corre, saca hilo, salta. ..una enorme alegríame embarga. No sé; es como un juego, un juego tan puro, tan desprovistO de finalidad material. Simplemente ella y yo, compitiendo en destreza. Claro, ella no lo sabe.
Lucha por su vida. Yo, en cambio, sé que no va a morir. El placer es demasiado grande y es un bicho tan lindo; sería un pecado destruirlo.
¿Cuánto pesa? No sé; qué importa, no es trascendente. Lo importante es la alegría, el placer y el tiempo, que se detuvo, desde que subió hasta que la puse nuevamente en el agua, para que volviera a ser como quiero ser yo: libre. Por eso no me ato ni a records ni a peso, ni a tamaño, ni a nada. No dependo; soy yo y la trucha. El hombre y la pesca.
Mi mente en blanco, sólo veía una enorme cola batiendo el agua.
Segunda historia: Rugía violento el viento de la cordillera. El lago era un mar embravecido; las olas rompían tremendas sobre las piedras de la Boca, y me bañaban con una llovizna de agua y espuma. Tenía el saco de agua sobre el chaleco de pesca, ajustado sobre los wader mediante un cinturón, y la capucha puesta. Parecía más un buzo que un pescador de mosca; pero había ido a Junín de los Andes por pocos días y tenía que aprovecharlos. El día anterior pesqué con una caña grande de 9 1/2 pies, pesada, y un shooting-taper 11. Mi codo no quería más. “Tennis-elbow” le llaman; yo, simplemente, un dolor de la gran. ..siete. Armé entonces una Phantom de Hardy de 9 pies. Mientras ajustaba un viejo reel Saint George, cargado con una línea WF6F, pensaba que no podría ponerla debajo de ese viento. Tendí la línea, ceremonia esta ya de ritual, y le apliqué una generosa dosis de “line shoot”. La línea estaba rematada po.r una tanza de 9 pies, con un tippet 0,26. Até una “Platinum Blonde” 1/0. Crucé enfrente; me instalé en “la piedra de Billy Pate” y empecé a batir las olas. ..Sabía que mi backcast tenía que ser muy lento; esperar que se estire muy bien la línea y, recién cuando la mosca empiece a bajar, el haul seco, enérgico, que se hunda bien la mano izquierda en el agua. Bajar el hombro y el codo derecho en el movimiento hacia adelante, hacer que la punta de la caña roce la superficie del agua. Si el tiro está bien ejecutado, la línea vuelve con un loop tan cerrado que parece uno solo. Va rozando la cresta de las olas, apenas sobre la superficie, entrando y entrando en el viento.

No creía lo que veía; pero mi línea, esa liviana línea seis, se estiró en los 15 metros necesarios para colocar la mosca sobre el lie. Mientras entraba al agua iba dialogando con la Phantom, los dos teníamos nuestros reparos acerca de vencer tal viento con una WF6F; pero se pudo y bien. Claro, se necesita una caña realmente buena. De otro modo dudo que se pueda cerrar tanto el loop sin tocar la línea.
Bajé la boca del lado opuesto, frente a donde normalmente se estacionan los autos. Siempre el mismo tiro; aunque, ahora por lo menos, el viento no tiraba la mosca sobre mi cabeza. No tuve pique. Recogí y caminé río abajo. Volví a entrar arriba de la “piedra de íos 11″ ; aquí se debe de hacer un pequeño cambio de dirección. Ya no se tiene el terrible viento de frente. Ahora es por ráfagas y de costado; cuando barre la superficie del agua, ésta se riza en mil olitas, salpicando su finísima llovizna a metros de distancia.
El cast es el mismo; sólo debo sumar la torsión necesaria para evitar los arbustos y que mi mosca cruce la corriente. jEsa torsión con viento de atrás! Probé. La Phantom respondió. Phantom en inglés quiere decir fantasma, visión, etc. Ese día se portó como tal o yo estaba viendo visiones, porque las cosas que me salieron esa tarde, con ese viento, no eran cuento. La caña respondió como si estuviera viva y la línea 6 partía rauda en busca del blanco.

A medida que se avanza, el cambio es más brusco. Llegado a los “primeros bushes” hay que hacer un cambio de dirección de casi 90 grados y de revés, o simplemente un roll-cast. Alterné entre ambos y la Phantom respondió a cada intento. Recuerdo que no pensaba en nada, ni en el probable pique; estaba fascinado con las cosas que hacía esa caña. Yo las pensaba y ella las ejecutaba así, sencillamente.
Mi gran expectativa estaba en el próximo pool: los bushes, el pool de la boca abajo por antonomasia, justo antes de la “garganta del diablo” y protegido por una “línea Marginot”de árboles, arbustos y pastos autóctonos. Me quedo pasmado de horror y de rabia con lo que han hecho. Si alguno de los que lo destruyeron lee ésto, que se ponga rojo de vergüenza, pues ha contribuído a destruir el más lindo pool del Chimehuín, que es como decir el pool más lindo de mundo. En este pool sólo la destreza hacía posible tirar una mosca; ahora está convertido en un lugar anodino, donde cualquier revoleador de línea pone la mosca en el agua.

Hace años, justamente un año antes de la venida Joe Brooks a la Argentina, estaba con el “Bebe” Anchorena en ese pool. Tirábamos por turnos; mientras uno pescaba el otro observaba, desde arriba, el río. Me tocaba tirar a mí.
Había puesto una mosca atada porel que suscribe, a la que denominaba ” Anchorena Special” ; era más grande que las comunes que usábamos entonces. Hice un buen roll-cast. Coloqué la mosca en posición y escuché que el “Bebe” gritaba: “Ahí sube; es enorme. Va a tomar… jTomó!”. Peleé mi pescado y finalmente lo saqué; pesó cerca de 3 Kilos. En ese momento baja el “Bebe” y me cuenta: “¿Sabés lo que pasó?”. En el momento en que iba a tomar, surgió desde la orilla este, más chico y le ganó el tirón al grandote.
En fin, sigamos con nuestra historia. Desolado ante el atropello inicuo a la naturaleza, comencé a pescar, con una Skating Spider atada por Ed Shenk. Me imaginé los viejos Bushes e inicié el back-cast tirando la línea vertical hacia el cielo. La caña hizo el esfuerzo; un buen haul y la puntera de la caña apuntando a la vereda de enfrente.
La línea bajó de golpe, se estiró como una culebra y la mosca, flotando en el aire como sólo flotan las spiders grandes, se posó lentamente en el agua a 20 metros de distancia.
Navegó un trecho; la hice patinar.
Llegó a la piedra en el medio del río y… nueva patinada. Pasó la garganta y un violento coletazo la arrojó por el aire. Había subido un pez grande; pero no a tomar. Sólo a jugar. Mi corazón ya no latía; se había disparado. Mi mente, en blanco, sólo veía una enorme cola batiendo el agua. La emoción me embargaba. EI’tiempo se había detenido. Era el hombre y la pesca.
Nunca agradeceré bastante que me hayan enseñado a hacer un backcast bien alto.

Tercera historia: Es un hermoso día de verano. El sol calienta y el aire parece salir de un horno funcionando, en turnos acelerados. A pesar de la siesta, y de que ya son como las seis de la tarde, el calor es casi agobiante. Salimos igual a pescar. Pensaba que tal vez tarde nos tocaría unos de esos rises poco comunes en el Chimehuín y que después de tantos años sé que no puedo esperar. Mientras manejaba iba pensando en el río. Hay dos pools en que se puede dar uno dé esos rises. Me dirigí al segundo. Está en propiedad privada y debo pedir permiso. Entro. Me encuentro con el ‘dueño, amigo mío, y después de charlar un rato quedamos en que’ si no volvía tarde entraría a tomar un whisky con él. Llego al lugar, doy una vuelta y decido armar la “Salmon de Luxe” de 8 1/2 pies para línea 6, un reel Princess de Hardy y línea Masterline WF6F. Mi compañero se va río arriba. Yo bajo directamente al pozón. Empiezo tirando
cortito, hasta que a fuerza de alargar barro todo el!’0ol. Resulta que el río corre metido entre barrancos aunque tiro desde dentro del río, en la orilla hay árboles, arbustos, yuyos y, por supuesto, la temible playa de piedras; pegar atrás es romper la mosca. Cada tiro es un problema y hay que tirar 20 metros para pasar la corriente. Nunca agradeceré bastante que me hallan enseñado a hacer un back-cast bien alto.
Cuánto tiempo me da ello para corregir dirección, cambiarla, evitar enganches, y sacar distancia. Claro: la herramienta noble que es una buena caña de pescar, ejecuta al instante cada pensamiento mío. Mientras pescaba observaba una roca en la orilla de enfrente, que sobresale del agua y, al interrumpir la corriente, forma un lugar igeal para que un “truchón” descanse sin gastar energías. Medía a cada tiro la distancia. Sabía que para presentar bien la mosca, ésta debía caer muy cerca de la orilla opuesta y entrar a la corriente justo arriba del remolino. Así atravesaría delante de la presunta trucha en forma atractiva y tentadora. Levanto la mosca con un roll-cast aéreo, mido bien la distancia y miro el lugar donde debe caer mi mosca. Hago el backcast. Cuando mi mosca baja la horizontal, un haul enérgico. La 81/2 se flexiona al máximo con el esfuerzo. Siento la caricia del mango en mi mano; sé que la mosca va a caer justo donde quiero. Cuando la línea sobrepasa mí cabeza viene a “200 km por hora”; se va desenrrollando. La miro; blanca contra el fondo negro del barranco, resalta más, la veo irse dibujando, en el aire limpísimo de la cordillera, el loop cerrado del buen lanzamiento. La caña sigue su arco y pasa la horizontal por el impulso.
No lo veo; pero lo siento en la palma de la mano. La línea que tenía en mi mano izquierda sale con el ruidito que produce su roce en los pasadores, se me ocurre. Mejor dicho, lo oigo, yeso que estoy sordo. Largo el último rollo de mi mano y mi mosca, una enorme Honey Blonde, va cayendo justo sobre el blanco.
Toca el agua junto con elleader y la línea. La corriente le hace hacer una cabriola. Empieza a pescar tal como lo pensé. Pasa la piedra y comienzo a recoger. Doy un solo tirón; sé que algo muy grande ha tomado. No corre, sólo se deja llevar por la corriente hacia abajo. El borbollón sobre el agua es enorme. Me tiemblan las piernas y una ola de calor me hace transpirar copiosamente.
Me concentro. En ese momento pienso en el cast, en la caña que respondió. Hizo exactamente lo que yo pensé que tenía que hacer y ahora sí me alegro y casi grito de alegría. Este si que lo pesqué bien.
No fue mera casualidad; yo sabía que tenía que estar ahí y cómo tenía que pasar la mosca.
a presión de la línea la hace subir. Le veo el lomo entre la correntada fuerte y la orilla; es grande. Saca hilo, al principio despacio, después aprovechando la corriente, rápido, muy rápido, más de lo que me parece prudente. Apoyo mi dedo en la línea y la voy sujetando. La doy vuelta, viene hacia mí, yo camino hacia ella, casi nos juntamos; pero tiene mucho resto, lo sé y la dejo ir de nuevo. Una corrida larga, más larga que la primera, me saca todo el backing. La caña flexionada a full y él mango que se aprieta a la palma de mi mano y me da confianza. Me hace falta; he perdido más de un grande esta temporada.
Pienso en la punta 0.22 de mi leader, un escalofrío recorre mi cuerpo. ¡Qué susto! Si pierdo ésta, tal vez me enoje. ..Concentrado al máximo, le doy piedra libre; mientras tire derecho y arriba no hay problema. Después siguen las corridas; pero ya sin velocidad. La doy vuelta y, al mismo tiempo, recojo la línea bajo el río, así la tensión es menor.
La línea ejecuta un malambo, que yo zapateo de susto. Se ha ido al fondo. Bajo la caña y le hago presión de costado. Viene cabeceando.
Es un momento peligroso; con los cabezazos afloja la toma del anzuelo. Hace 20 días perdí un monstruo en la Boca, de los pies del Mono Villa. Simplemente se desprendió.
Busca irse y la dejo. Paro la caña, la puntera detrás de la vertical, y la trucha nada un corto trecho, se da vuelta, muestra su gorda panza blanca. La traigo suave, me coloco de tras de ella y lentamentel sin fuerza, se vara en las piedras. La levanto. Es una hermosa trucha marrón de 4,50 kilos. Mi compañero se acerca a contemplarla y me dice: “Te tomé el tiempo; tardaste 25 minutos”. y o creía que habían pasado horas. El tiempo se había detenido; era nuevamente el hombre y la pesca.

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