Mi primer Limay

por Luis Miguens

Hace un año atrás luego de un viaje suspendido a pescar en la zona de Junín y San Martín de los Andes, un amigo ante mi desazón me comenta “el año que viene te venís a pescar con nosotros, te hacemos un lugarcito”. Desde ese entonces comencé a prepararme para esta invitación.

Tenia entendido que el Limay era un río donde habría que luchar contra el viento, dominar muy bien líneas de hundimiento rápido, saber tirar esas grandes streamers, tirar lejos, etc. etc. Durante el año me entrene practicando para estas condiciones, armamos unos shooting y tuve que amigarme hasta poder lograr una distancia adecuada a lo que me habían dicho, asistí a un par de clínicas de casteo, enfatizando el roll cast, ate gatos (cientos) de diversos patterns, sugeridos por amigos de la AAPM, paginas de Internet, y otras fuentes; también ate algunas ninfas y por suerte este amigo que me invito, me dijo, “moscas verdes, eh., no te olvides; VERDES!!!!”, así que de lo que ate siempre hice alguna variante con verde. Por otro lado compre también moscas elegidas por él en función a su experiencia.

Llego el momento esperado, salimos los cinco integrantes del viaje compuesto por tres avezados mosqueros en el Limay (que peinan algunas canas, aunque algunos de ellos puede peinar poco) junto a dos novatos el viernes rumbo a Neuquén, de ahí a Piedra del Águila donde fue nuestra base por los siguientes tres días. 

El sábado partimos desde Piedra rumbo norte hacia Fortín Nogueira, con todas las expectativas de ver este tan mentado Río. Ni bien llegamos al lugar donde partiríamos nuestra salida de pesca, que la verdad fue una clase magistral de fly cast dada por tres excelentes docentes del tema; por su experiencia y manera de trasmitirnos sus conocimientos y experiencias en río. Bajamos el gomón y fue grande mi sorpresa al ver tamaño de río y la transparencia de su agua, tal como su significado en mapuche “Río Claro”. Con lentes polarizados se lograba ver además lo profundo de su cauce y la velocidad que traía algunas arco iris que comían pequeñas caddis e ascenso. No podía imaginarme como sería pescar ese río, ya que mi experiencia había sido solo en pequeños ríos de montaña y lagos, escenarios totalmente distintos al que estaba a punto de encarar.

Primer día
Nuestros amigos nos dieron un par de consejos antes de repartirnos en distintos puntos de las correderas elegidas. Primero fue, que no badeáramos a una altura superior a la rodilla hasta que nos acostumbráramos y sintiéramos cómodos para caminarlo. Luego que no nos preocupáramos por tirar lejos ya que los pescados estaban en todos lados, por ultimo que empezáramos con ninfas preferentemente “verdes” casteando perpendicular a la costa, haciendo un par de reach casts o mends correctivos y luego de peinar la zona con cuatro o cinco lanzamientos que camináramos varios pasos aguas abajo y repitiéramos la técnica por todo el largo de la corredera y run elegido. 
Así que armamos líneas de flote en equipos #5 y #6, nos aconsejaron que con eso íbamos a andar bien, líder de 4X de 9 pies y un ninfas pequeñas, que si luego de un par de lances no pasaba nada, que fuéramos cambiando el color hasta tener una respuesta. 

Nos largamos a peinar la corredera a distancia de 50 metros aproximadamente unos de los otros, a los pocos minutos comenzaron los piques. Era impresionante ver que en tan poca profundidad y con el agua tan transparente estuviesen esas truchas arco iris cayendo en los engaños de nuestras moscas. Todos pescamos y sacamos pescados de entre un kilo y medio hasta dos kilos; mayormente arco iris muy activas. Era increíble que esas truchas sin ser las gigantes marrones del Limay (que tampoco faltaron), nos opusieran semejante resistencia. Había que cuidar mucho dos temas uno el de no cansar a los peces demasiado y segundo cuidar los finos tippets evitando así algún corte. Las moscas que mayor resultado nos dieron fueron: Copper John con alambre verde, Bead Head Prince con patas de goma, Hear ears color verde y color beige, también su variante con el wing case de flashabu verde y las conocidas pheasant tail. Bajo las piedras pudimos ver que había bastantes larvas con refugio de caddis color café y otras verdosas, en muy pocas piedras había alguna pequeña ninfa de mayflies.
Llego el medio día sin que nos diéramos cuenta almorzamos bajo unos sauces. Estuvo tan divertida la pesca de la mañana que de a poco y sin siesta mediante, como a escondidas de los otros, todos bajaron de nuevo a la costa a pescar. Esto fue otra de las grandes diferencias con los ambientes que yo conocía, pues aquí no había horario de pique o actividad, la pesca era a cualquier hora, eso si de a ratos se espaciaba, pero a los pocos minutos comenzaba nuevamente. 

Por la tarde nos movimos a otra corredera muy larga que terminaba en un veril abismal. Aquí la cosa se puso seria, muchos pescados, todos sacando y devolviéndolos con el menor stress para el animal posible. Llegamos al punto de empezar a hacer distintas pruebas de moscas, algunas ninfas de propia autoría, también a cambiar las ninfas por streamers tipo wooly verdes en distintas variantes, buscando las marrones residentes, cambiamos a líneas de hundimiento y de shooting, probamos algunas moscas tipo deceivers con ala blanca y barbas rojas, entre otras. Es decir ya las cuotas diarias personales estaban cubiertas y daba para intentar o probar con otras técnicas. Los resultados fueron diversos, algunos con aciertos y otros sin ellos; alguna perca gorda tentada por las streamers. Sin embargo las marrones no aparecieron y así fue el término del primer día. 

Segundo día 
Comenzamos desde la ultima corredera pescada que fue muy productiva, repitiendo así los resultados y seguimos para adelante en una nueva. Un detalle que me había olvidado de comentarles, es que tuvimos la suerte que tanto el sábado como el domingo no abrieron las compuertas de la represa; por lo que el nivel del agua fue bastante constante sin tener que preocuparnos por las rápidas crecidas y sus correspondientes variaciones de velocidad y caudal.

Al medio día cortamos con un asadito armónicamente regado con los elixires de Baco y luego una merecida siestita; pues todos en la mañana habíamos tenido varias capturas. Por la tarde seguimos de racha siempre utilizando líneas de flote. El viento, dependiendo de la costa y corredera elegida por cada pescador de a ratos molestaba, sobre todo a la tarde de este día, en el que ya nos habíamos mal acostumbrado a no tenerlo. Igualmente los cast necesarios no eran mayores a los 12 metros de distancia como máximo los cuales se podían lograr con un simple roll o utilizando el sencillo levante y tendido. 

Tercer día 
El último día se eligió bajar bastante mas adelante que los días anteriores dado que pescaríamos solo hasta las 17 hs, pues deberíamos regresar temprano al aeropuerto de Neuquén.
Por ser el final de la expedición también fue muy distinto a los anteriores, al ser lunes nos habían avisado que a media mañana darían agua desde la represa, de allí que esta subiría; para colmo este se presentaba con un viento importante, que por la mañana complico mucho para seguir utilizando los equipos chicos con líneas de flote; a pesar de hacer los cambios a equipos mayores con líneas de hundimiento el viento no nos jugo una buena pasada, tuvimos piques, pero no en la misma cuantía que los primeros días; eso si todos fueron mas intensos en el momento que dieron agua. Para colmo de males empezaron a aparecer las famosas marrones residentes del Limay, sobre el medio del rió, lugar muy difícil de alcanzar con una corredera que minuto a minuto crecía en velocidad y profundidad; algo que nos invitaba a retirarnos hacia la costa. 

Como llamativo, teniendo el viento casi de frente, un poco resignado a no poder lograr hacer esos cast dignos de Steve Rajeff, me puse a contemplar la orilla y fue impresionante ver la cantidad de insectos flotando entre las piedras. Por la tarde nos movimos a una pequeña islita entre dos correderas que daban a un gran pozón, también siguieron picando las arco iris, sin embargo la permanencia nuestra allí fue bastante corta por como venia creciendo el cauce en 20 minutos pasamos de tener el agua tapando los zapatos de vadeo, a tenerla a la altura de nuestras rodillas. Así que decidimos dar la vuelta cambiarnos, pasar a saludar a amigos de la zona y rumbear ya para el aeropuerto.

Como conclusión, podría decir que el Limay es un río muy rico en cuanto a las formas en que se lo puede pescar, que a pesar de su magnitud posee muy buena cantidad de peces y que es una experiencia a la que no hay que dejarla pasar. Espero el próximo viaje pueda contarles como saque esa marrón que nos dejo pasar…

Buena Pesca

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