La luz, el pescador y la trucha

Por Jorge Calandra

Para entender los fenómenos relacionados con la visión, debemos comenzar por comprender qué es la luz, ya que -salvo en el caso de la luminiscencia- lo que “se ve” es la luz que refleja el sujeto visto.
Común al pez y al pescador, el comportamiento de la luz afecta a ambos, ayudándolos o perjudicándolos de acuerdo a las circunstancias que iremos analizando.

La luz es una forma de energía, como el calor o la electricidad. Isaac Newton (1642-1727) la describía como compuesta de partículas y luego de varias teorías abandonadas, surge a fines del siglo XIX la teoría ondulatoria.

Estas dos teorías, modernizadas, se discuten todavía. Como veremos, la visión es un proceso óptico al iniciarse y químico al finalizar, y para entenderla pensaremos en ondas para analizar la parte óptica y en partículas para la segunda parte.

LA LUZ COMO ONDAS. La luz ocupa sólo una pequeña parte del espectro electromagnético, cuya energía cubre todo el universo. Esta ondas de energía se diferencian entre sí por la amplitud y por la frecuencia. (fig 1).

Lo que diferencia la luz visible de otros tipos de energía electromagnética es su frecuencia. Esta se mide en nanómetros (mil millonésimos de metro =10-9 metro) o, si es suficientemente grande, en metros. Cuando se habla de “longitud de onda”, se habla de frecuencias. El espectro de luz visible para la mayoría de las especies está comprendido entre frecuencias de 350 nm y 725 nm. El ojo percibe las frecuencias visibles como colores, que se distribuyen en el espectro de acuerdo a su longitud de onda (Fig. 2)

Ninguna criatura cubre todo el espectro. Los insectos, por la conformación del ojo, ven desde los ultravioletas a los verdes amarillentos. Los peces, dependiendo de su habitat, en general pueden distinguir el mismo rango de frecuencias que el hombre, desde los violetas hasta los rojos oscuros.
Es interesante recordar que si bien las longitudes de onda de la luz visible ocupan una porción tan pequeña dentro del espectro electromagnético, más del 80% de esta energía que llega a la tierra está dentro de este rango. Por eso es que la vista ha evolucionado a ser un sentido tan importante.

Otra característica de la luz es que tiende a viajar en línea recta dentro de un medio homogéneo ya cambiar de dirección al pasar a otro medio.
La línea de dirección es independiente de la intensidad de la luz y de los colores. Esto se descubrió en el siglo XVI, cuando se observó que una lente convexa de cristal hacía que los rayos de luz convergieran en un punto. La lente de los ojos es convexa, tuerce la trayectoria de la luz y la concentra en la retina. De este tema hablaremos más adelante.
El fenómeno de desviar la trayectoria de la luz se llama refracción.

Cuando la luz encuentra una superficie de determinadas características, los rayos no la penetran, desviándose con el mismo ángulo con que la impactaron. Este fenómeno recibe el nombre de reflexión.

Tanto la refracción como la reflexión de la luz afectan la visión del pescador y del pez, y dentro de un rato veremos cómo.

LA Luz COMO PARTtCULAS.
Albert Einstein (1879-1955) formuló la teoría que la luz estaba compuesta de partículas, a las que llamó fotones.
Nosotros “vemos” las estrellas porque algunos de los fotones que han emitido -en algunos casos hace millones de años- llegan sin degradarse e impactan el ojo. Luego de pasar por la córnea y el lente (Fig. 3) los fotones, cambiando de dirección, se concentran en la retina. Esta está formada por un gran número de células fotoreceptoras, que por su distinta conformación, son llamadas bastones y conos.

Los bastones están diseñados para actuar en bajas condiciones de luz y son importantes para la visión periférica y detectar movimiento. Es por eso que el cazador distingue mejor la presa si trata de distinguir movimientos usando la visión periférica, mirando “alrededor” del punto donde ha fijado la mirada. Los conos, por otro lado, funcionan mejor al aumentar la intensidad de la luz y son responsables de diferenciar los colores y las formas.

Al encontrar diferentes situaciones, los conos y los bastones afloran o se retraen en la retina. Esta retracción de visto, esos rayos de luz se “tuercen” al cambiar de medio, por refracción. ¿Vieron cómo era necesario el sacrificio anterior?

Los rayos no pueden atravesar la superficie del agua (vamos a suponerla calma para no complicar la cosa) si inciden en ella con un ángulo menor que 10°. Por eso es que si vemos un lago a lo lejos, la superficie parece un espejo que refleja el cielo, árboles y montañas. Por eso también, cuando queremos ver las truchas en la boca del Chimehuin, subimos al talud sur, de donde vemos el fondo como no podemos verlo desde la playa de enfrente.

Los primeros rayos que sí atraviesan la superficie se “tuercen” 48.5° desde la vertical. A medida que los rayos se elevan, se desvían cada vez menos hasta llegar a la vertical, donde la trayectoria es recta.

La mayoría de los diagramas de la óptica de la interfase agua-aire están vistos desde la óptica de la trucha. Verlos desde el punto de vista del pescador nos ayuda en algunas estrategias de pesca.

Veamos la situación descripta anteriormente donde en la Boca hay dos pescadores A y B.
A está en la ribera norte, muy playa y con veril suave. Como todo lo que incide en un ángulo menor de 10° refleja las ondas, casi toda la Boca es para él un espejo. Empieza a ver bastante bien el veril en V y su visión mejora bastante hasta Vl.
Obviamente no ve la trucha en T. (Fig .4).

El pescador B, en el talud sur, está ópticamente en la situación opuesta: para él, nada de la Boca es un espejo (para que lo fuera, tendría que estar parado en BI). Vé fácilmente la trucha T pero por no estar en la vertical de la misma, la refracción lo engaña, llevando la imagen de la trucha a TI. Como vemos, el pez parece estar más alto y más lejos de lo que verdaderamente está. También parece ser más grande.

Cuanto más bajo estamos, más ser distorsiona la imagen. Tengamos esto en cuenta, sobre todo al vadear: el pez está siempre más cerca y más hondo de lo que aparenta. ¿Recuerdan que cuando vadeamos el fondo del río está más hondo de lo que parece?

LA ÓPTICA DE LA TRUCHA. Es esta parte tendremos que cubrir cuatro áreas diferentes: el efecto de las leyes de la óptica, el ojo de la trucha, los colores y el contraste.

Como hemos visto anteriormente, el hecho de que la trucha está en un medio denso (el agua) en contacto con otro menos denso (el aire) pone limitaciones a su visión.

Volvamos a la Boca del Chimehuin, pero ahora veamos ese teatro desde la visión de la trucha (Fig. 5). Como hemos visto, los rayos de luz comienzan a desviarse a 48.5° de la vertical al pasar a un medio más denso. También hemos visto que los rayos que inciden en menos de 10° no puedan traspasar al otro medio y se reflejan.

Esto significa que de los 180° de la superficie, la trucha puede ver 160° (180° menos 10° menos 10°). Estos rayos de luz que llegan a la trucha se comprimen al entrar al agua, a 97° (48.5° más 48.5°).

Esta figura, con vértice en el ojo de la trucha y cubriendo 97° dentro del agua, es lo que la trucha vé sin reflejos. La intersección de este cono con la superficie es la famosa “ventana de la trucha”.

De paso, como he tratado de subrayarlo desde el principio, esto no sucede porque el receptor de imágenes sea una trucha. Si se calzan una luneta de bucear y miran hacia arriba desde el fondo de una pileta, verán “la ventana ” de cada uno de ustedes.

Volviendo al Chimehuin (eso nos gusta a todos); observamos que la trucha T no puede ver al pescador A, ya que para verlo, tendría que poder traspasar la interfase con un ángulo menor que 10°.

En cambio ve perfectamente (si el agua fuera perfectamente límpida y lisa romo un cristal) al pescador B. Pero sucede algo muy interesante: la trucha, como le pasaba al pescador B en el ejemplo anterior, no sabe que las leyes de la refracción la están engañando. Ella ve al pescador en la prolongación de su línea de visual y normal a ella. El pescador parece estar más alto y ser más comprimido que la realidad.

El halcón que vuela en la perpendicular de la trucha es visto en su posición real y sin ninguna distorsión.

Entonces, al final, ¿cuál es el mundo visual de la trucha?
Hacia arriba y algo hacia los costados, vé a través de una ventana circular (llamada Círculo de Fresnel) los objetos fuera del agua.

Fuera de este círculo, la superficie del agua se comporta como un espejo, donde se reflejan las cosas que flotan a media profundidad y el fondo. Imagínense un cielorraso de espejos (tarde o temprano este artículo tenía que ponerse libidinoso) donde, justo arriba de ustedes, han abierto un círculo al departamento de arriba.

¿Como ve la trucha un pescador vadeando y su ninfa pescada a media profundidad, más dos caddis flotando en la superficie, una dentro de su “ventana” y otra fuera de ella? (Fig. 6). ¿Complicado, no? Pues éstos son los estímulos visuales que recibe la trucha y debe resolverlos satisfactoria y rápidamente para seguir viviendo.

¿Cómo no vamos a soltarla si logramos engañarla?
Primero debemos tener en cuenta que, rodeando su ventana, la trucha ve el agua que la rodea, lo que hay en ella y el fondo, reflejados en la parte inferior del límite entre el agua y el aire (su cielorraso de espejos).

Un poco atrás de ella en el cielorraso hay unos puntitos sospechosos de luz: las patas de la caddis no ‘atraviesan la superficie, y las hendiduras (meniscos) que forman en la película reflejan y refractan la luz en forma diferente que la superficie que las rodean.
Cada insecto pone su “firma” ya que la distribución de los destellos es distinta que la de insectos de otro Orden.

Este es uno de los fenómenos que inicia el movimiento de la trucha para interceptar su comida en la superficie.
En su “ventana” vé dos cosas: la silueta muy poco deformada de otro insecto (ya que está casi en la perpendicular) y una figura bastante achatada con una larga prolongación en su extremidad.
Si esa figura se proyecta contra un fondo del mismo color y valor lumínico y no se mueve abruptamente, puede ser que la ignore.

Pero si mueve mucho esa caña nuevecita y brillante, orgullo cuando la compramos, la trucha sufrirá por lo menos un preinfarto. ¿Vieron por qué cuando el agua está muy quieta y pescamos cerca conviene agacharse y castear de costado y no hacia la vertical?

Del otro lado de la ventana, se pone más interesante: ve dos ninfas (no una), dos grupos de piedras (no uno solo) y dos conjuntos de piernas y zapatones (que no los he dibujado para no complicar más las cosas).

Explicaremos lo de las dos ninfas yeso se aplica a todo el resto. Ve la “real” directamente a través del agua, pero también ve su imagen completa reflejada en su cielorraso, como si estuviera colgada patas para arriba. Es muy probable que, en superficies quietas, la trucha “vea” mucho mejor la ninfa reflejada que la real. A esta última pueda estarla viendo de frente o con un ángulo muy marcado, pero a la reflejada la percibe como si le estuviera viendo el dorso superior.

Ya en 1931 el Coronel E. W. Harding subrayaba este fenómeno y recomendaba poner algún punto de luz o de destello en lugar del receptáculo alar al atar ninfas.
Vean de dónde viene la novedad de las “Flashback”.

En aguas de superficie quietas y poca velocidad conviene imitar la parte inferior y superior de las ninfas o streamers.

Para terminar con el efecto de las leyes de la óptica, notemos que las imágenes de las piernas y del torso del pescador no están unidas (el efecto de los ya mencionados 10°). Quizá por eso hay veces que podemos acercarnos cautelosamente hasta muy cerca de las truchas sin espantarlas.

¿Cómo afecta a lo que hemos descripto la conformación del ojo de la trucha?
Recordarán que al lente del ojo es casi esférico y que, a diferencia del humano, no cambia su forma. También, por tener menos músculos, no puede desplazarse mucho.

Esto causa que los salmónidos (como los otros pescados con esqueleto) sean casi cortos de vista.

Independientemente de la cantidad de luz reinante hemos visto que la trucha no puede agrandar o achicar su pupila, ya que el iris es fijo.

La naturaleza protege alojo de los cambios de intensidad de luz. En condiciones de luz fuerte los bastones (hipersensibles a la luz) de la retina se retraen y afloran los conos (menos sensibles a la luz, pero sensibles a los colores).

Este movimiento, que le permite a la visión del pez adaptarse a la luz existente, tarda en total unas cinco horas. Al acercarse el amanecer, los bastones comienzan a retraerse, y al salir el sol han aflorado los conos y los bastones están casi totalmente retraídos. Durante el día funcionan los conos, que se especializan en detectar colores y formas. Al mirar directamente hacia el sol la trucha se halla en desventaja, ya que como vemos su defensa contra la luz directa frontal es poca. También es importante reconocer estos cambios al utilizar señuelos. Durante el día es muy importante el color y la forma. Al ponerse el sol, pasa a tener más importancia el tamaño, la acción y la impronta de la mosca en la superficie.

La visión nocturna del salmónido es de las mejores entre los depredadores y todos sabemos que “las truchas grandes comen de noche”.

El hecho de que la trucha sea bastante corta de vista no le causa muchoproblema.

La posición y forma de su lente hace que tengan una muy clara percepción del objeto que casi tocan sus ojos, y también distinguen movimientos o masas a más de veinte metros. ¡y esto simultáneamente!
La posición de los ojos en la cabeza de los salmónidos les confiere algunas características que afectan su visión. (Fig. 7)

Los factores que rigen la evolución han reconocido que, de las dos opuestas características (cazador y presa), en la trucha predomina el ser presa. Por lo tanto, en su capacidad de visión predomina la defensa sobre el ataque.

En las especies agresoras, la visión binocular es preponderante. En las que se ven obligadas a defenderse, es más importante la visión general, centinela del ataque.

La trucha tiene una pequeña área de visión binocular (fundamental para evaluar profundidad o distancia), una gran área monocular (distinguir movimientos en un amplio sector) y otro pequeño sector ciego. Como hemos visto, la trucha ve muy bien a corta distancia, y muchas veces hemos notado que al acercarse su presa mueve ligeramente su cabeza, posiblemente para evitar su área ciega cerca de su hocico. La mejor visión es la lateral, perpendicular a su ojo. La utilización de esta característica en tácticas de pesca da generalmente resultado cuando el pez está “crucereando”, ya que de cualquier modo está en movimiento.

Cuando la trucha está colocada en una línea de alimentos, prefiere moverse lo menos posible para optimizar la ecuación “gasto versus ingesta” de energía.

También debemos recordar que a medida que nos acercamos desde atrás, el área de visión ciega disminuye, y movimientos bruscos son más detectables.

Ahora hablaremos un poco sobre la influencia del color para la trucha. Como lo hemos hecho hasta ahora, lo haremos desde el punto de vista de los fenómenos ópticos, pero primordialmente debemos tratar de reproducir el color de lo que el pez está comiendo o está acostumbrado a comer.

Durante mucho tiempo se pensó que los salmónidos no podían distinguir los colores.
Si se hubieran visto los conos en la retina de la trucha y se hubiera sabido qué función tenían, esa creencia hubiera durado muy poco.

Pero la experiencia de los pescadores enseñaba, a quienes ponían atención, que el color era importante. Ya Aelianus en el siglo II hablaba de usar una mosca con cuerpo de lana roja; Charles Cotton (el amigo de Walton) en 1676 elegía sus “dubbings” en el momento de pescar, en las márgenes del río para usar la misma luz; y James Leisenring tres siglos más tarde hacía lo mismo en Pennsylvania.

El tema es un poco más complicado que mirar los colores del cuerpo de una mosca a trasluz, y tiene que ver con varios factores concurrentes.
Uno de ellos es la turbidez natural del agua en ríos o lagos: partículas inorgánicas en suspensión, microorganismos, detritus de algas, todo ayuda para que la transmisión de la luz en el agua no sea fácil.
El momento del día también es importante.

Recordemos el movimiento de los conos que comienza al atardecer. Desde ese momento la trucha comienza a sacrificar sensibilidad al color a expensas de “ver” mejor el movimiento a través de los bastones. De ahí en adelante es más importante el contraste que el color mismo. Es por eso que algunas imitaciones andan bien en días claros y no en días cubiertos, con poca luz, o también algunas moscas funcionan hasta el crepúsculo y gradualmente dejan de ser efectivas.

Un factor muy importante es la sensibilidad del ojo de la trucha a los colores, dictada por la conformación fisiológica de éste.
Numerosos experimentos recientes han probado sin lugar a duda la especial sensibilidad del ojo de la trucha a ciertas longitudes de onda (que, como hemos visto, son los colores).

Una comparación con el ser humano nos permite sacar algunas conclusiones. (Fig. 8)
El hombre es particularmente sensible a los verdes amarillentos, lo que no es sorprendente si recordamos que gran parte de su evolución la realizó en los bosques y sabanas (la curva punteada muestra la sensibilidad de los Bastones). La trucha no tiene un tono o color predominante: distingue muy bien los rojos, los verdes amarillentos, los violetas y muestra una interesante aptitud para distinguir algo sobre ultravioletas.

Estas conclusiones, obtenidas en condiciones de laboratorio, son ciertas cuanto más clara sea el agua, más firme la luz, más neutro el fondo y, muy importante, menos profundidad tenga el agua.

El agua, un medio denso, reduce la frecuencia de la vibración de las ondas de luz hasta agotar su energía, cuando el color se vuelve negro.

La penetración de la energía disminuye en agua clara del siguiente modo, según los colores.

La tabla anterior nos dice en esencia que, mientras el azul es “azul” hasta los 10 metros, el resto de los colores va virando al negro o marrón oscuro bastante rápidamente, con los casos extremos del naranja y el rojo. Este últímo pierde tan rápidamente sus vibraciones que ya a los 2 metros es casi negro. Como es también importante el contraste, parecería que en profundidades superiores a los 3 ó 4 metros en nuestros ríos o lagos (de fondo verde-azulado-negro) conviene mantenerse en los amarillos, blancos y plateados. Contra fondos claros, a gran profundidad, es al revés: azules, verdes, naranjas y rojos.

Con esto llegamos al final de este largo camino. Cerremos con un resumen de conclusiones para el pescador.

1 – La trucha ve peor contra el sol. Conviene tenerlo a nuestras espaldas. ¡Cuidado con las sombras largas del atardecer o la madrugada!

2 – Si vemos una trucha de costado o de frente y estábamos erguidos, es muy probable que también ella nos haya visto.

3 – Evitemos los movimientos bruscos y usemos ropa del mismo valor cromático del fondo contra el que nos proyectamos. En el Sur, ropa oscura, verde o marrón.
En los trópicos, celeste o blanca.

4 – Evitemos los reflejos, ya sea de la caña o de los anteojos polarizados. No pescar de frente al sol.

5 – En aguas quietas mover la caña hacia el costado en el cast y agacharse.

6 – Al vadear, el río parece menos hondo que la realidad.

7 – Cuanto más bajo estemos, más cerca y más hondo está realmente el pez.

8 – En aguas quietas, puede convenir usar una ninfa “flash-back” e imitar dorso y panza.

9 – Usar el mínimo de hackle necesario para que flote la mosca seca (la “firma” de sus meniscos).

10 – Si la trucha está “crucereando” es mejor tirar la mosca algo al costado de ella.

11 – Vadeando, moverse lo menos posible.

12 – El mejor lugar para acercarse a una trucha es por detrás, ya que no podemos hacerlo por abajo.

13 – Analizar los colores de las moscas cuando éstas están mojadas.

14 – Preferible pescar al amanecer y al atardecer, usando movimientos lentos.

15 – Fondos claros, usar colores azules, verdes, rojos, a cualquier profundidad.

16 – Fondos oscuros y poco profundos, la trucha ve mejor los amarillos, naranjas y rojos.

17 – Fondos oscuros y profundos: amarillos. blancos y plateados.

18 – Con poca luz direccional, como en amaneceres y crepúsculos nublados, probar alguna mosca con un pequeño ingrediente ultravioleta en el “dubbing” o las alas.

Bibliografía
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