Editorial 73

La llegada de una nueva temporada con nuestro acceso a todos los lugares de pesca del Sur nos vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de la preservación de los ambientes y las medidas que sería necesario tomar frente a las especies invasoras.

El Caracolillo de Nueva Zelandia y las diatomeas constituyen hoy por hoy la amenaza más concreta a la sanidad de nuestros ambientes, y renueva nuestra preocupación por la necesidad de una toma de conciencia sobre los alcances de la amenaza que se cierne sobre ellos.
Luego de la aparición de las diatomeas en varias cuencas de Nueva Zelandia pocas son las dudas que podrían cabernos en cuanto a que también a nosotros, nos va a pasar lo mismo, cuando en realidad podríamos llevar a cabo muchas acciones tendientes, sino a evitar, por lo menos a minimizar el impacto de su difusión.

Frente a ello lo más importante es tomar conciencia que el problema existe y que se trata de una realidad tangible, tanto como las fotos de los ríos neocelandeses evidencian. Ya no se trata más de una infección en el lejano norte y que no se sabe si nos llegará o no algún día. Sino de un problema real y concreto que cualquier pescador proveniente de un ambiente infectado, podría traer en su equipo.

La solución para atenuar ese riesgo es muy sencilla, y alcanza con que cualquier pescador proveniente de otra zona traiga un certificado de desinfección de su equipo, expedido por un profesional autorizado. O en caso de no tenerlo, proceder a la desinfección en el lugar pagando una tasa. La desinfección en el caso de las diatomeas, se hace de una manera muy sencilla, sumergiendo los elementos en un baño desinfectante.

El procedimiento no podría ser más simple, y verdaderamente sorprende que se instrumenten controles mil veces más complejos, y hasta verdaderamente invasivos que incluyen el decomiso de las mercaderías de los viajeros, en el caso de los controles por fiebre aftosa o la mosca de la fruta, y que no se lleve a cabo control alguno cuando se trata de las diatomeas y el equipo de pesca.

Actualmente tanto en las rutas hacia la Patagonia cuanto en los aeropuertos de esa región se lleva a cabo un meticuloso control del equipaje transportado. En los aeropuertos se escanea bulto por bulto para comprobar si hay carne o fruta, y si la hay se decomisa. Pues bien, nada más sencillo que eso, habría que adicionar al listado el equipo de pesca y si lo hay pedirle el certificado de desinfección sin decomisarle nada a nadie, ni ejercer la más mínima violencia ni sobre la persona ni sus enseres.

Claramente se trata de una cuestión de falta de toma de conciencia o de negar el problema, porque la amenaza es muy concreta y la forma de minimizar sus efectos es sumamente sencilla. Así como se ha controlado la difusión de otras plagas, para éstas también es necesaria la colaboración de todos, informarse sobre el problema, practicar las medidas preventivas y difundir éstas por todos los medios a nuestro alcance. La foto del Guardafauna neocelandés levantando la masa de mucus del agua, es la imagen que quisiéramos evitar en nuestras cuencas.

La Comisión Directiva

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