Carpas con mosca

Se reitera en las sucesivas ediciones del Reglamento de Pesca Continental Patagónico que la carpa común (Cyprinus Carpio), “…al decir de los mosqueros, es uno de los peces mas delicados y cautos para la pesca bajo esta modalidad, haciéndola muy atractiva…” (pag 121, 09/10).

Tan elogiosa presentación corresponde a una respuesta pragmática frente a la avasalladora presencia de la especie en los más variados ámbitos. Su práctica esta tan difundida en el hemisferio norte que se erige como una modalidad propia, llamada “carp fishing” o también “pesca dorada”.
Posee una destacada capacidad de adaptación a ámbitos acuáticos de marcada amplitud térmica, incluso con muy baja oxigenación y elevado p/h, que junto a su régimen alimentario omnívoro, constituyen la clave de su expansión e indicador de los distintos comportamientos que puede asumir.

La temperatura del agua parece ser el único límite a su dispersión, ya que si bien los adultos toleran registros muy rigurosos, por debajo de los quince grados, los reproductores no muestran maduración de los gametos impidiendo esta actividad. Por debajo de los trece disminuye su crecimiento y a los cinco grados centígrados deja de alimentarse.
Durante su etapa juvenil viven en cardúmenes, hasta adquirir hábitos solitarios al alcanzar la madurez.
Además, su boca proctátil y vigorosa permite una acción de remoción prolongada de los fondos para obtener alimento donde le resulta vedado a otras especies. Esta acción consiste en “…proyectarla para sustraer una porción de barro del fondo del agua. Luego expulsa fuertemente hacia arriba lo ingerido y atrapa entre los sedimentos dispersos, los diferentes organismos que habitan en la comunidad bentónica y que son su principal alimento?? (Rosso, pág.156).-

En las orillas de poca profundidad donde se desarrollan y viven larvas e insectos y caen semillas y frutos, es habitual encontrarla en importantes concentraciones. Es en estos sitios donde “…las carpas se alimentan de ninfas e insectos emergentes de manera bastante similar a como lo hacen las truchas…” (Wegrzyn & Ortubay, pág. 40, t I ).-
Aún así, para el correcto funcionamiento de nuestros engaños, el agua debe presentar un importante grado de transparencia.-
En esta situación se detecta fácilmente a simple vista si se tiene la precaución de evitar exposiciones o ruidos que alteren el ambiente, pues es un pez muy cauto y perceptivo. Desde fuera del agua debemos observar el lugar hasta advertir su presencia. Su robusto cuerpo genera al desplazarse en aguas someras una apreciable turbulencia, la acción de remover el limo produce un típico enturbamiento en forma de cono, y también, ya sea cuando escarba o se traslada puede sacar la aleta caudal o dorsal fuera del agua.

Ubicado el pez, con cuidadosos lances debemos depositar la mosca con la mayor naturalidad en su espectro de caza, pero nunca dirigírsela directamente, pues difícilmente en la naturaleza un insecto actuará así.

En tales condiciones, ninfas algo voluminosas y de colores vivaces o pequeños streamers lastrados, trabajados con desplazamientos lentos y erráticos, en lo posible al ras del fondo, pueden lograr esa tomada característica muy lenta y suave al principio pero vigorosa y zigzagueante luego. Ninfas de jabalí teñido, lastradas y con brillos, u alguna otra similar, pequeñas zonker o woolly bugger en anzuelo diez resultan aptas.
En las mismas aguas, moscas emergentes o secas puedan dar resultados asombrosos cuando su boca tubular emerge parsimoniosa hasta englutirla con un buen bocado de agua, momento oportuno para la certera clavada.
Las moscas bivisible y adams, algo voluminosas y de colores vivos u otras del tipo parachute, montadas sobre cuerpo de foam para darles mayor adherencia a la superficie del agua, evitando así, que la turbulencia que genera su boca al expandirse desplace la mosca y erre el pique.-

Para acentuar este mismo efecto de fijación se puede agregar al leader un corto tippet (short-tippet) de fluorocarbon de un diámetro importante, pero reservando para la mosca un nudo del tipo Lefty, que no le reste movilidad propia.
Encontramos adecuadas las cañas de 7.6 a 8 pies, de acción cuatro a siete según el porte activo en el momento, armadas con líneas de flote de torpedo avanzado para lograr precisión en tiros cortos con moscas grandes.
Sin perjuicio de la abundancia de la especie, para la situación efectiva de pesca -al menos del modo que aquí se indica-, se ha logrado en las aguadas o sectores de bajo caudal de ríos y arroyos, en momentos de nivel estable o en bajante, donde la decantación de sedimentos permite la mayor transparencia.
De manera meramente ilustrativa, debo indicar que han resultado particularmente rendidores en su momento el arroyo Las Flores del partido homónimo, en ejemplares chicos y con mosca seca. También el arroyo El Gaucho de Coronel Dorrego, al que corresponden las fotografías que ilustran la nota.- También se han logrado capturas en los arroyos El Venado de Guaminí, y el arroyo Las Garzas en el partido de Navarro.
Un amplio desarrollo se avisora en esta especialidad donde surge un creciente interés por su conocimiento.

Bibliografía citada:
Juan José Rosso, “Peces Pampeanos, guía y ecología” ed. L.o.l.a. 2007.
Daniel Wegrzyn y Silvia Ortubay “Salmónidos en la Patagonia” ed 2009.
Nuestro agradecimiento al Dr. Ceferino Traverso, de Oriente, por el material fotográfico aportado y las pescas compartidas

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