Buscando las raíces del Fly Fishing en la Universidad de Princeton

Por Manuel Pereyra Terra (*)

En octubre pasado fui invitado a participar en unos seminarios y disertaciones en finanzas en la Universidad de Princeton, pocas palabras además de impactante pueden definir a esta casa de estudios. Llegar al campus es fascinante y basta conducir unos pocos kilómetros hacia el sureste desde New York, para arribar a esta ciudad Universitaria a través de una carretera vecinal que se abre camino entre coloridas montañas marrones, rojas y amarillas, donde cientos de arboles maples (arces) otoñales, identifican a New Jersey como el estado jardín de los Estados Unidos.


La recepción la brindan los canales del rio Raritan y el lago artificial Carnegie (donado por Andrew Carnegie para la práctica del remo en el siglo XIX1). Al atravesar por un antiguo puente es habitual que nos crucemos con botes donde los estudiantes reman, y nos adelantan que el antiguo estilo inglés de Oxford es lo que prima en Princeton.

Caminar por las sendas peatonales entre los 180 antiguos edificios que desde 1756 alberga a académicos y estudiantes comprometidos con la formación responsable para contribuir con la sociedad, constituye la más pura expresión de una institución que busca permanentemente la verdad y el desarrollo social para el bien común Aristotélico.
Al ingresar a las aulas la imaginación se dispara y las antiguas paredes de madera que nos rodean nos recuerdan a eminentes Profesores como Einstein y Nash, trayéndonos a la memoria imágenes de la película una mente brillante, impresión que se verá confirmada cuando me invitan a almorzar en el edificio de profesores.

Breve historia de Princeton
La Universidad de Princeton fue fundada a mediados de 1740 en época de la colonia británica. Fue la cuarta Universidad de América del Norte y en 1756 el College se trasladó al Nassau Hall, en Princeton, edificio nombrado en honor del rey William III, príncipe de Orange (de la Casa de Nassau), convirtiéndose en uno de los edificios más emblemáticos de la colonia.
El Nassau Hall2 es un lugar impactante y desde sus comienzos alberga a la sala de profesores.
Durante la Revolución Americana el edificio sobrevivió a la ocupación por los soldados de ambas partes; las huellas de la guerra aún hoy se perciben a través de la cicatriz de una bala de cañón de la Batalla de Princeton de 1777.

Sin embargo el Nassau Hall suele ser más conocido por haber sido la capital de los Estados Unidos por un breve lapso de tiempo; cuando al finalizar la guerra en 1783 el Congreso se reunió allí durante varios meses debido a la calidad de sus instalaciones.

La búsqueda permanente por la excelencia académica de Princeton se aprecia en hechos como el que hoy por hoy, más de 6,9 millones de volúmenes se encuentran en la Firestone Library, a la vez que el patio original del Nassau Hall se ha convertido en un enorme campus de 200 hectáreas con más de 180 edificios, que albergan a más de 1.200 profesores y cerca de 5.000 estudiantes de grado y 2.500 estudiantes de posgrado.

Las colecciones de Fly Fishing
Una de las características que nos une e identifica a quienes pescamos con mosca es la permanente inquietud por saber y aprender de verdad. En este sentido solemos cumplir al pie de la letra el antiguo proverbio del siglo XIV que expresa: “hay que ser como enanos pero en hombros de gigantes”; tal vez por ello procuramos subirnos permanentemente a los hombros del conocimiento de aquellos que desde fines del siglo XV estudian nuestro arte y nos permite elevar la mirada para llegar más lejos sobre sus hombros a través de sus estudios y publicaciones.

Con esta inquietud en mente planifiqué mi estadía para dedicarle tanto tiempo como pudiese a sumergirme en los libros más valiosos de Princeton para mis intereses en fly fishing.
El punto de partida fue solicitar un permiso especial para ingresar a la colección de libros raros (350 de los más de 4500 ejemplares que componen la colección de pesca están catalogados como únicos o raros); por lo que cumplidos los pasos previos me presenté a primera hora de la mañana que llegué a la Universidad para sacarme la foto y retirar el carnet especial.

Mi ansiedad era tal que incluso antes de que me lo pusiera en la solapa, ya había cruzado el patio hacia el viejo edificio de bibliotecas a entregar la lista de libros que consultaría durante mi estadía.
Luego de firmar las declaraciones de responsabilidad, me derivaron a una pequeña sala donde se accedía a los libros de colección; y si tuviese que buscar tres palabras para describirla simplemente diría: Harry Potter´s library; consciente de que el lector sabría entenderme y percibiría conmigo el agradable y característico perfume a cedro que desprenden los pisos y las paredes lustradas en el interior de una biblioteca propia de Oxford.

El primer libro que disfruté fue una edición de 1653 de The Complete Angler, de Sir Isaac Walton en la serie The Angling collection de Carl Otto V. Kienbusch3. Mientras recorría las páginas que durante trescientos cincuenta y siete años otros pescadores me habían precedido, vino a mi memoria la imagen de las tardes de clases de atado con Mario Capovía del Cet, tal vez porque en su biblioteca personal guarda un raro ejemplar de este libro clásico, o porque estaba disfrutando tanto como las interrupciones que teníamos cuando sin aviso llegaban Coco Funes, Goyo Dunayevich, Santiago Bermani y tantos otros; plenamente justificados no solo por la botella de agua de vida escocesa que traían, sino porque dejábamos el atado y comenzábamos a conversar sobre historias de pesca y recorrer la biblioteca de Mario para buscar qué información había sobre las novedades que traían los recién llegados.

Quienes conocen la casa de Mario sabrán del clima que hablo; mezcla única que recoge lo más histórico y romántico de la Hostería Chimehuin y de las paredes de la AAPM; lo menciono porque es posible que muchos también la prefieran a Princeton.

Paso seguido me sumergí en otro valioso texto: The Art of Angling; una copia única y de incalculable valor por ser el segundo libro del mundo impreso en Inglés sobre pesca, y por tratarse además de un manuscrito del año 1577.

Desafortunadamente para el autor figura como anónimo. La historia detrás de este ejemplar aumenta aún más su valor, pues al donarlo a Princeton el Sr. Kienbuch detalló la historia de su adquisición: “finalizando el verano de 1954, en una de las tantas búsquedas que hacía entre los vendedores de libros raros de Londres, me ofrecieron un ejemplar del famoso editor de fines del siglo XVI: Henry Middleton. Al parecer, éste había encontrado a fines de 1577 en el ático de una casa de campo un manuscrito sobre pesca y el vendedor conocía mis intereses…”4.

El autor comienza su diario con las reglas de la época -fiel al estilo Inglés- y paso a paso va avanzando en las técnicas hasta llegar a las moscas mayormente empleadas en la Inglaterra del siglo XVI; así: en las páginas 52 y 53, instruye al lector respecto a cómo elaborar una May Fly.

Naturalmente que tratándose de anotaciones personales en un pequeño cuadernillo expresado en un Inglés del Siglo XVI, dificultó enormemente la comprensión, desafío que tornó aun más atractiva la comprensión. “For the May fly you must work with some of those grernnos5 with is very good ribbon with a black hair you may work the body with a truole6 imitating the colour or with silver suitable the wings”. (Para las moscas de Mayo deben trabajar con algún cuerpo de patas de lana que serán una buena goma, con un pelo negro deben construir un cuerpo como carro e imitando el apropiado color plateado para las alas).

Otra edición especial y rara de la Kienbusch Angling Collection es Rules for Angling del año 1670, cuyo autor es Benjamin Cokayne. Luego de saltearme las normas de etiqueta de pesca de la época, pasé rápidamente a otros aspectos más interesados como la receta del “salmón con ananá y miel” en las páginas 24 y 25; la cual prometo transcribir en una próxima ocasión. Esta receta también me transportó a las tardes de cafés en Buenos Aires en la esquina de Lerma y Scalabrini Ortiz luego de alguna charla en la AAPM, pues trajo a mi memoria la evolución que sufriera el atado de moscas durante la Inglaterra colonial a raíz de las plumas traídas de las colonias; percibí que no solo las nuevas plumas produjeron una metamorfosis en la mesa de atado, sino que también las frutas tropicales -como el ananá de la receta- habían afectado la vida de los pescadores de este siglo.

Comentarios finales:
Princeton es un lugar impactante y su inigualable colección de libros de pesca es un imán que nos atrae de modo especial a quienes deseamos conocer el pasado de nuestro arte.
En primer lugar debemos estar más que agradecidos con aquellos que la fueron conformando para luego donarla, y también con quienes hoy la mantienen con tanto cariño; su compromiso me recuerda al que asumimos quienes pescamos y devolvemos para asegurar la continuidad de algo nuestro a las futuras generaciones.

Nuestra pesca es mucho más que ir a un río y lanzar moscas, comenzamos a disfrutarla mucho antes de iniciada la temporada -usualmente cuando solemos acercamos a nuestras mesas de atado y concurrir con mayor asiduidad a las cenas de camaradería de la asociación- allí nuestra imaginación parece tener voluntad propia y comienza a planificar la próxima excursión a la Patagonia, haciendo honor a que el tiempo es relativo ya que apenas acaba de comenzar el mes de Mayo en el hemisferio sur.

Sin embargo, es también al llegar la noche luego de un relajante día de pesca que culmina en una chimenea o en la barra del bar de una pequeña hostería, cuando al cobijo de un buen vino o un suave coñac solemos evaluar el desempeño de la jornada y comenzar nuestra reflexión -a veces solos, otras veces con entrañables amigos- reflexión que permanentemente trasciende a la jornada de pesca.

Es entonces en ambas ocasiones –Otoño y Verano- cuando encontramos el espacio necesario para la contemplación en el más puro aspecto helénico, la cual nos permite crecer personal y profesionalmente. Para esos momentos íntimos leer y dialogar con los autores que nos precedieron suele ser diferencial. Al conocer y escuchar atentamente a aquellos intelectuales que plasmaron desde la Edad Media las experiencias de su tiempo y los desafíos para desarrollar un arte en una época tan desafiante como la nuestra -de profundos cambios y evolución global de la humanidad- facilita nuestra capacidad de aprendizaje, a la vez que nos permite crecer como personas.
Por ello, a quienes tengan la ocasión de ir a los Estados Unidos, visitar Princeton les provocará una gran satisfacción; además muy cerca de allí está el Upper Delaware –Big D.- en el estado de Pensilvania, y aunque las marrones que me tocaron no fueron tan grandes como las del Sur, el paisaje de rojizas montañas, la calidad de los lodges y la amabilidad de sus habitantes les provocará una gran satisfacción.

Para aquellos que no tengan previsto viajar a los EEUU al menos en el corto plazo –pues nunca sabremos que nos depara el destino-, este mundo global nos permite acceder de forma virtual a la biblioteca Firestone y sumergirnos en las colecciones de pesca de Otto V. Kienbusch y Kienbusch.
Me adelanto a transmitirles que al hacerlo es posible que se encuentren con algún artículo de Jorge Donovan o Bebe Anchorena, quienes siempre estarán esperándonos para guiarnos y compartir con nosotros una última reflexión.
Muchos saludos y muy buena pesca

Nota: Las reproducciones de las imágenes vertidas en el artículo están prohibidas. La Universidad de Princeton autorizó a la AAPM a publicarlas exclusivamente en el presente artículo en esta única edición.

Picture credit: Princeton University Library.
Reference: Otto von Kienbusch Angling Collection. Rare Books Division.

Department of Rare Books and Special Collections. Princeton University Library.

1 En 1879 el presidente Woodrow Wilson y Andrew Carnegie conversaban sobre el destino de una posible donación para Princeton. Carnegie al ver las distancias que debían caminar los remeros para practicar su deporte, decidió donar un área para que entrenara el equipo de competición cerca del campus. En respuesta a esta generosa contribución, Woodrow Wilson expresó: “We needed bread and you gave us cake.” Acceso en linea 15/10/2010; Disponible en:
http://www.dailyprincetonian.com/2005/09/22/13163/

2 Nassau-hall_13842. “Nassau Hall, Princeton College.” – Lossing, 1851. Benson J. Lossing, The Pictorial Field-Book of the Revolution (New York: Harper & Brothers, 1851)II:238. Acceso gratuito en línea Octubre 2010. Disponible en: http://etc.usf.edu/clipart

3 Otto von Kienbusch Angling Collection. Rare Books Division. Department of Rare Books and Special Collections. Princeton University Library.

The Complete Angler and The Art of Angling Images are printed with Princeton University Library Waive 4(34) January 24, 2011 for this article in the Asociacion Argentina de Pesca con Mosca bulletin.

4 Traducción del autor. Princeton University Library, Department of Rare Books and Special Collections. Exhibition Number 39. Page 3 of 30.


5 Grernnos parece referirse en ese entonces a una expresión descripta en el capítulo anterior como “grounos of hogs black wool”, que indicaría la construcción del cuerpo con patas de lana negra luego de hacerlo de forma circular (ground_ball rolling)

6 Truole refiere a trolley, el cuerpo en forma de carrito sobre el anzuelo

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