Algunos apuntes

acerca de “El pescador de mosca y el punto de vista de la trucha” de Col. E. W. Harding

No hace mucho, y gracias a la generosidad de un distinguido consocio, cayó en mis manos el libro “The Fly fisher & the trout’s point of view”, del coronel E. W. Harding.

Luego de una leída superficial a los primeros capítulos le comente al entonces dueño del libro que no lo encontraba novedoso ya que muchas de las observaciones acerca de la luz y su comportamiento en el agua, así como de la visión de las truchas ya las había leído en otros libros. En Vincent Marinaro y en Gary Borger principalmente.
Claro, fue su respuesta, solo que Harding fue el primero en escribir sobre ello, medio siglo antes.
Esas palabras me hicieron mirar el libro (y a su autor) con otra atención y bajo una nueva luz y de manera mucho más respetuosa.
Volví a leerlo, ahora con otra atención.
Es de esa relectura que surgen algunos conceptos que quisiera compartir.

Una de las primeras cosas que hice fue volver a Vincent Marinaro y su “En el anillo de la subida”, una joya que recomiendo especialmente, para poder comparar los conceptos de uno y otro.
La primera impresión es que no hay demasiadas diferencias, pero una lectura más atenta nos muestra que mientras Marinaro pone énfasis especialmente en la “ventana” de visión de la trucha, Harding le da importancia relativa. Para Harding es más importante lo que la trucha ve antes de que el insecto entre en la ventana. Se fija entonces en la impronta de las patas del insecto en el agua y como, al deformar la película, producen destellos de luz que son los que atraen a la trucha bastante antes de poder ver al insecto entero.

También introduce un concepto muy interesante: al hacer hincapié en que nosotros, los humanos, podemos darnos cuenta del concepto de reflexión en un espejo, o en la película de agua, para el caso, para la trucha no hay distinción entre la imagen real y la reflejada. Para la trucha, además, no existe el concepto de superficie del agua como separación entre dos mundos, el acuático y el aéreo, sino más bien como una especie de cortina traslúcida oblicua detrás de la cual ve también parte del mismo mundo sumergido en el que vive, ya que no ve el cielo, y no sabe tampoco entonces que lo que sí ve es el reflejo del mundo sumergido en el que habita. Simplemente ve más agua, solamente que a veces deformada o menos nítida.
Para Harding el mundo refractado es menos importante para la trucha que el reflejado, desde abajo y hacia abajo.
Reflexionando sobre este tema, parece bastante lógico. La mayor parte de la alimentación de la trucha se da con organismos que están dentro del agua y no sobre ella: insectos en sus estadíos pre-adultos, pequeños peces y alevines, e inclusive insectos que se sumergen para desovar.
Incluso cuando se alimentan en la superficie, y eso lo sabemos los pescadores, muchas veces se alimenta de insectos que están en la película y no sobre la misma, con lo cual su objetivo está dentro del agua. Y cuando come insectos sobre la superficie, lo que primero ve, apunta Harding, no son las puntas de las alas, lo que primero ve es la impronta de las patas en la película, deformándola gracias a la tensión superficial, y lanzando entonces los destellos que llaman la atención del pez. Por la misma razón desestima que un anzuelo brillante espante a la trucha.
Son estos puntos de luz los que alertan al pez y lo preparan para atacar su presa una vez que se acerca lo suficiente.
Y son éstos los puntos que tenemos que imitar, o su efecto, en nuestros hackles. Con sus puntas apoyándose pero no atravesando la película, con puntos de apoyo distinguibles para producir esos puntos de luz en la superficie vista desde abajo, que imitan el efecto de las patas del insecto.
Esto enfatiza la necesidad de usar pocas vueltas (3 o 4) de hackle de buena calidad, que no se ablande y permita que la mosca apoye en pocos puntos sobre el agua.
Harding también sostiene que cuando la mosca hace un drag en forma incorrecta o no deseada (a diferencia de cuando se “patina” la mosca) lo que el pescado ve es una estela de luz casi en forma de cometa, la que la hace muy visible y, por lo tanto, al ser algo totalmente fuera de lo que se da en la naturaleza, la trucha la ignora. Todos conocemos eso…
También sospecha Harding que el color de la mosca es de menor importancia en la seca, ya que lo principal sería la impronta luminosa de las patas y luego las alas y cuerpo, vistas siempre o casi siempre a contraluz. Distinto el caso de moscas que se pescan en la película o bajo ella, como los spent spinners o las ninfas emergentes, cuyos cuerpos están en el agua y por lo tanto más a la vista de la trucha y entonces el color debe ser lo más parecido a los naturales.
Como conclusión y resumen sobre esta parte de los estudios y conclusiones de Harding diremos que nuevamente se sorprende por la, según él, desmedida importancia que se le da a la ventana en la pesca con mosca seca. Sostiene que la trucha ve a lo lejos la impronta de luz de las patas del insecto y es a ellas a las que va subiendo, con lo que la ventana se va reduciendo y solamente al final ve las alas del insecto por ella. Atribuye entonces, en aguas quietas, a esa aparición casi repentina de las alas, en un lugar diferente de su campo visual, el que a veces la trucha cambie de objetivo para atacar la nueva aparición y el consiguiente yerro en la tomada que a veces podemos notar a último momento.
En las moscas secas hay que poner más atención entonces a la delicadeza del apoyo en el agua, a la utilización de hackles de primera calidad y en poca cantidad para mantener la mosca liviana más que otros detalles que alegran la vista para el pescador pero son invisibles para la trucha.
En las húmedas y ninfas (emergentes o no), el color y otros detalles como la textura, branquias, colas y patas sí adquiere relevancia, al encontrarse toda la mosca bajo la observación de la trucha.
Es importante hacer notar que estas observaciones están en su libro publicado en 1931.

Para aquellos interesados en duplicar sus observaciones, adjunto esquemas de su tanque que, a diferencia del de Marinaro, no deja entrar la luz desde abajo para mejor duplicar el efecto real e impedir una poco natural iluminación de los insectos desde abajo.

Por Patricio Pusso

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