Un día con Rhea Topping

por Laura Gamero de Morales

Seria defensora de las mujeres pescadoras, Rhea Topping compartió con nosotros una clínica de la mano del inefable Mel Krieger.
 

Nos encontramos una mañana del pasado Noviembre en el complejo Lago del Sol, no muy lejos de la Capital. El motivo era una clínica de casting centrada en la distancia a cargo de dos invitados de lujo, Mel Krieger y Rhea Topping.

Luego de una ardua y calurosa mañana en la que hicimos lo posible por mejorar nuestro lanzamiento, aconsejados por Mel y Rhea acerca de la correcta formación de los loops en los tiros a distancia, nos tomamos un merecido descanso compartiendo un tradicional asado argentino, aderezado con buenos relatos de pesca.

Curiosamente, a pesar de que conozco muchas mujeres que pescan con mosca, pocas estaban presentes, tal vez muy ocupadas en sus tareas cotidianas.

Para todas las que no pudieron compartir el grato momento que pasamos con Rhea, trataré de transcribir la charla que tuvimos entre dos mujeres pescadoras de mosca, luego de la breve presentación siguiente.
Rhea pesca desde la niñez ya que sus padres eran amantes de la pesca.

En 1948 la madre de Rhea batalló durante 8 horas con un atún gigante que acusó en la balanza 587 libras, nada mal para una mujer y un ejemplo que Rhea no tardó en seguir.

Los años pasaron y de la pesca con carnadas artificiales Rhea pasó a pescar con mosca, demostrando desde el comienzo que tenía habilidades especiales para esta elegante modalidad de pesca.

Pronto comenzó a instruir alumnos en la prestigiosa escuela de los Wulff, donde entabló una duradera amistad con Lee y Joan Wulff, el primero ya desaparecido y a quien Rhea considera uno de los más completos casters que haya conocido.

Además de enseñar en la Wulff School, Rhea también participó activamente en el Yellowstone Institute Fly Fishing Schools y en las International Schools de Mel Krieger.
Hoy Rhea comanda su propia escuela de fly casting en el estado de Virginia, The Rhea Topping School of Fly Fishing, donde los alumnos aprenden desde el nudo más sencillo hasta los casts más elaborados, pasando por la entomología y la lectura de las aguas.
Fue la segunda mujer en ser certificada por la Federation of Fly Fhishers (FFF) como Master Casting Instructor en 1998, y hoy es ella la que certifica a muchos nuevos instructores.
 
Es la presidenta del Mayfly Adventures, donde se organizan salidas de pesca a México, Argentina, Bahamas, Labrador, Luisana y otros variados destinos.
Durante los veranos, desde 1999, es instructora en el Yellowstone National Park, donde enseña a chicos y mujeres, organizando clínicas de dos o tres días de duración, descubriendo cómo imitar a los diferentes insectos con las moscas para que los participantes de sus clases puedan luego pescar solos y con seguridad.
Rhea ha desarrollado un método propio y particular de enseñanza y es pionera en el mismo, adaptando diferentes estilos para cada participante de manera que cada uno disfrute la pesca con mosca al máximo.

Como es fanática de la profesionalidad en los instructores, enseguida me preguntó si los argentinos contábamos con alguna escuela de instructores. Le respondí que una escuela totalmente organizada sólo para instructores no, pero que en cada zona se realizaban clínicas a fin de preparar a los futuros instructores, o al menos instructores diplomados se aseguraban de que los nuevos aspirantes tenían capacidad suficiente para enseñar.
Una de sus mayores inquietudes se centró en las mujeres pescadoras y su ausencia en la clínica, solo había tres pescadoras por la mañana. Le comenté que sin duda hay muchas mujeres que pescan pero la mayoría todavía lo hace acompañando a su familia.
Hay pioneras, le dije, que olvidando la edad siguen enfrentando la corriente y los vientos en lugares tan bravos como Tierra del Fuego, pescando solas, sin ayuda alguna. Son la admiración de los que las conocen y despiertan envidia por su fortaleza y espíritu.

Como buena mujer me inquieta saber sobre los alumnos. Por ejemplo, qué tal son los hombres a la hora de aprender guiados por una mujer. Rhea sonríe con ganas, confirmando que son testarudos, les cuesta que una mujer los corrija y siempre tienen razón. En cambio, las mujeres escuchan y aprenden con rapidez.

En el fly casting la mujer es suave y elegante mientras que los hombres son más bruscos y descoordinados lo que los lleva a innumerables problemas en el cast.
Rhea asocia el buen lanzamiento a la música, especialmente a un vals como Danubio Azul, y nos invita a pensar en ello y probarlo.

Me comenta que existen varias escuelas y asociaciones de mujeres pescadoras de mosca por todo el estado de Nueva York. Unas 20 mujeres se juntan todos los sábados para ir a pescar. Cada una de las asociaciones o escuelas cuenta con más de 100 mujeres anotadas y en todo Estados Unidos las mujeres pescadoras, no sólo de mosca, suman decenas de miles, basta con mirar cualquier revista de pesca para notar el grado de fanatismo que la pesca despierta en el sexo débil.

Recorriendo su ruta de viajes, comenzamos a pescar por el mundo: atlantic salmon en Escocia, Canadá y Rusia; en el mar tarpones pequeños, snook, y bonefish, pesca que le encanta porque no tiene que usar ni waders ni zapatos de vadeo; todo tipo de truchas en las aguas cristalinas de Norte América y Argentina. Hace poco, me comenta, se las vio frente a frente con nuestro pez nacional, el dorado, que la dejó totalmente fascinada aunque sólo pescó unas pocas horas en el río Paraná.
Hablando de destinos de pesca, reconoció que Argentina es uno de sus lugares favoritos, mencionando sobre todo al río Gallegos Chico donde se divierte con cañas pequeñas, ninfas y streamers.
 
Le pregunto sobre shootings y líneas de hundimiento y rápidamente respondió que no le gustan para nada porque no se disfruta la pesca y la captura como sucede con líneas de flote, algo que comparto personalmente desde hace tiempo.
Rhea cuando llegó a la Patagonia visitó primero la zona del Parque Nacional Los Alerces y Esquel acompañada por su amiga Carol Miller. Me cuenta que en el aeropuerto de Ezeiza las esperaba un joven de 40 años que la invitó a comer a La Recoleta ofreciéndose a elegir el menú. Ordenó un tinto de las bodegas Weinert comentando que Bernardo Weinert el dueño de las bodegas era un fanático mosquero. La comida elegida incluía chorizos, mollejas y chinchulines que Rhea y su amiga comieron a gusto sin tener la menor idea de lo que estaban llevando a su boca. Cuando se enteraron de lo que habían comido casi se mueren, pero hoy Rhea es fanática de las crocantes mollejas argentinas sin importarle el colesterol.
 
Como de pesca se trata todo esto, falta la parte más importante, los equipos de pesca, y sobre ellos continuó nuestra charla. Compartimos la pasión por los equipos chicos y las líneas flotantes. Sus moscas preferidas incluyen las Royal y Grizzly Wulff y Parachute Adams, utilizadas mayormente con equipos 4 y 5. A veces, comenta, usa equipos número 8 cuando el lugar lo requiere, pero ahora está experimentando bastante con cañas de dos manos que permiten tirar largo sin tanto esfuerzo.
 
En uno de sus viajes a Esquel, durante la última noche fueron invitadas por unos de los guías de pesca a tomar un trago y jugar al pool. Las horas pasaron sin darse cuenta hasta las 6 de la mañana y casi pierden el vuelo que las llevaría a Gallegos. Con este relato nos demuestra que se siente como en casa en Argentina por la calidez de la gente, muy diferente, dice, a otros países que ha visitado. Aquí se acostumbró al vino tinto, a los asados, al mate, y por supuesto a nuestras truchas que son únicas en el mundo.
La clínica tenía que continuar y nos despedimos de Rhea prometiendo juntarnos en algún río y organizar algo para las mujeres pescadoras, a ver si en el fututo podemos realizar una nueva clínica, esta vez para todas las pescadoras que no se animaron a venir.

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