PESCA EN RUSIA II

RIO KOLA

Después de aguantar estoicamente todas las cargadas de los británicos por el partido que nos ganaron en el mundial Corea – Japón, nos preparamos en el aeropuerto de Murmansk, para partir rumbo al segundo “campamento”, sobre el río Kola.

Llegamos del río Varzuga al aeropuerto después de un vuelo en helicóptero, largo y ruidoso pero tranquilo y seguro. Me encontré con más amigos y clientes. Fue una gran alegría verlos allí y las bromas sobre el partido hicieron reír a muchos de los presentes, aún los no británicos, entre los cuales me incluyo.
El campamento estaba relativamente cerca, nada más que a unos sesenta kilómetros del aeropuerto y de la ciudad de Murmansk. La pesca se realizaría en la parte superior del río, desde el Bear beat, unos kilómetros aguas arriba de la desembocadura del río Bear, hasta el Shongy beat, muy cerca de la villa Shongy, a unos treinta kilómetros de la desembocadura del Kola en el fiordo Murmansk, sobre el cual está la ciudad homónima cuya población es de medio millón de almas.

Está ubicado sobre el mismo río Kola, en el medio de un bosque de cipreses. Las cabañas eran similares a las del campamento en el Varzuga pero un poco más confortables, tenían el baño incorporado y también el “hall de invierno” donde se colgaban todos los equipos,
waders y camperas. Era un campamento nuevo en el cual todavía se estaban construyendo cabañas adicionales. Entre las cabañas en construcción y las nuestras se encontraba una casa de madera muy grande, con techo a dos aguas, la cual era a la vez, comedor para huéspedes y staff del campamento, bar y sala de estar y televisión.
En este campamento éramos doce cañas, seis integrantes del grupo “Varzuga” y seis nuevos pescadores que se sumaron al grupo. Todos los nuevos pescadores ya se conocían con muchos de los del grupo y todos ellos ya habían pescado este río anteriormente en reiteradas oportunidades, excepto dos, Mike Faherty y yo.
Las actividades en el campamento eran similares a las del anterior: desayunos no aptos para “Gordos Anónimos”; en el río almuerzos frugales pero sustanciosos, consistentes en una sopa rusa “con todo”, como verduras o algunas veces con repollo, fideos, embutidos típicos, panceta ahumada, trigo, bien condimentada y sin desgrasar. Además teníamos un sándwich de fiambre y queso, fruta de postre y café o té ruso (demasiado fuerte, debe ser por lo del hígado y el vodka). Para la tarde unos bizcochos de miel y avellanas o nueces. Yo seguía con mis dos tostadas para el desayuno, me salteaba la sopa pero me comía el resto del almuerzo y me reservaba para la cena. Esta era digna de los más finos salones de los zares rusos, sin exagerar, ya que el menú fue preparado por el chef “en jefe” del Kremlin. Todas las noches disfrutábamos de un plato típico de alguna región de la enorme Rusia excelentemente preparado y presentado en la mesa.


Bastante más fresco que en el Varzuga ya que estábamos unos trescientos kilómetros más al norte y muy cerca del mar Barents y del casquete polar ártico. Tuvimos, además, una semana lluviosa que hizo crecer el río unos sesenta centímetros de un día para otro, aunque, sin ensuciarse. En las barrancas que daban al río, sobre todo las que no recibían mucho sol, estaban cubiertas con planchones de nieve vieja cubiertos por las agujas de los pinos. Recién después del resbalón uno se enteraba que había nieve allí.
A pesar del clima más fresco la cantidad de mosquitos no disminuyó con respecto a la semana anterior más al sur. Estos se hacían sentir y bastante.

La pesca en el Kola estaba organizada de otra manera por Bill Davies, el operador de la pesca en el Kola. El sistema de Bill consistía en parejas y guías fijos, pero como había más zonas de pesca (beats) que parejas, lo novedoso era la elección del beat sobre la base de un orden para elegir, sorteado el primer día. El tramo del río Kola que teníamos para pescar era de unos veinte kilómetros o un poco menos, en línea recta sobre el mapa, de río era bastante más distancia. Este tramo de río, a su vez, estaba dividido en ocho zonas de pesca, beats, que eran, de aguas arriba hacia aguas abajo, el Bear River beat, el Reindeer beat, el Junction beat, el Serious Pool beat, el Cementery beat, el Monica beat, el Net beat y, debajo de todo, y a unos cuarenta kilómetros de Murmansk, el Shongy beat. Nuestro campamento estaba entre el Reindeer y el Junction. Este último se llama así, “Unión”, debido a que allí desemboca en el Kola el río Kitsa, al cual también se lo utiliza como zona de pesca o beat. O sea que teníamos en total nueve beats para elegir.

Todas las mañanas partíamos a nuestra zona asignada o, más bien, elegida, en vehículos con el guía y su balsa neumática. Entrábamos al agua en un punto determinado, en la parte superior de la zona y, por la tarde, alrededor de las siete, ese mismo vehículo nos pasaba a buscar en un lugar convenido, generalmente al final de la zona.
Los viajes a las zonas de pesca eran, como mucho, de una hora y media al beat más alejado, por lo menos al que fui yo que fue el Net aguas abajo. Aguas arriba al que más se demoraba era al Bear beat debido a que no se llegaba con el vehículo hasta el comienzo del beat sino que había que caminado prácticamente todo, aguas arriba, por las vías del tren con el guía cargando en su espalda la mochila con el almuerzo y encima de ella la balsa neumática desinflada.

A lo largo del río de un lado corría un tren eléctrico de Murmansk a San Petersburgo y del otro lado del río, del “nuestro”, corría la ruta asfaltada entre las mismas ciudades. El tren cruzaba el río por un puente que era la división entre los beats Bear y Reindeer. Debajo del puente, ya en el beat Reindeer había un pozón extraordinario por los salmones que daba. Este pozón, el “Bridge pool”, era siempre el primero que pescaban los pescadores del Reindeer, por la mañana, pero no lo debían pescar los pescadores del Bear a la tarde, cuando ya terminaban con su zona. Como es de suponer, todo el mundo lo pescaba, el que entraba, el que salía, y ya era como que ese pool pertenecía a ambas zonas. Como ningún pescador se quejaba Bill tampoco decía nada. El río Kola es un río muy importante, caudaloso, que va aumentando su caudal en los beats de abajo gracias a la afluencia de ríos como el Bear y el Kitsa. Este último es muy similar en cuanto a caudal al Varzuga, por lo menos al Upper Varzuga que fue donde pescamos la semana anterior. Al Kola no había forma de vadearlo, ni siquiera en el Bear beat encima de la unión con el Bear. La única forma era flotarlo. Estaba prohibido navegar el Kola a motor. Por lo tanto, el guía anclaba su balsa en algún lugar determinado del río con un cliente pescando desde la misma y el otro cliente desde la orilla vadeando lo que podía o desde algún lugar “vadeable” en el medio del río, turnándose ambos pescadores a las órdenes del guía. Por lo general en este campamento los guías hablaban buen inglés, salvo alguna excepción, con lo cual “recibir” instrucciones de pesca era mucho más fácil. Lo difícil era pescar semejante “mar” de río.

El Salmón del Atlántico y su pesca en el río Kola

Una de las características de este río es que los salmones son muy grandes en tamaño y pocos en cantidad, siendo mayor el número de “pesos pesados” sobre todo al comienzo de la temporada cuando el nivel del río es alto y disminuye en tamaños en la medida que la temporada avanza y el agua baja de nivel. La semana anterior a la nuestra alguien sacó un salmón que rondó las 45 libras, unos 20 kilos aproximadamente.

La otra característica, como queda dicho ya, es el tamaño “del agua” para pescar y su forma. Los pozones y correderas son tan grandes que, algunas veces, no terminábamos de pescar un pool mas su corredera en toda una mañana, como pasa en el Net pool. Sin mencionar si se llega a clavar algún salmón en este tipo de agua 10 que hay que trabajar si uno está sobre un bote en el medio de esa correntada. El guía tiene que remar hasta algún lugar cercano a la orilla, donde él se puede bajar y “canastear” el salmón o perderlo. Como sucedió en el mencionado Net pool, con Robin pescando desde la balsa, allá en el medio de las correderas y yo desde la orilla observando de lejos la fiesta.

Las expectativas reales de pesca en el Kola son variadas y dependen de la época que se pesca en la temporada. Los pescadores que van en Junio, el caso de mi grupo que ocupamos la tercera semana, es un salmón por día de promedio en los seis días de pesca. Los más experimentados en este río pueden llegar a pescar el doble, o sea, dos salmones por día. Los pescadores que van en Julio pueden esperar pescar tres salmones o más por día. La diferencia está en que los salmones de Junio siempre son más grandes que los del mes siguiente. Es muy común también tener días en blanco, ningún salmón para anotar en nuestro libro. Es muy frustrante y desalentador tener un día en blanco. Es frustrante casi hasta la desesperación. Saber que están allí, vedas, y no poder “pinchar” uno siquiera es para los de espíritu bien forjado.

Yo tuve dos días en blanco y sé lo que se siente. Uno hace todo bien, y en eso un bruto y astuto monstruo de más de 30 libras casi disloca tu muñeca y funde el freno de tu reel en una desenfrenada carrera aguas abajo al pool siguiente llevándose todo, mosca, línea y backing dejándote un amargo sabor en la boca y, porque no, amargas lágrimas de frustración y rabia.
No hay otra forma de pescar este río que no sea con caña de dos manos. Son más potentes tanto para lanzar como para cansar al salmón y, también, para lanzar líneas más pesadas, números nueve o diez, y para lanzar las grandes mosca salmoneras en anzuelos dobles número dos o los pesados tubos de bronce de cinco centímetros o más de largo.

Las líneas que se usaron fueron casi todas de flote con punteras cortas intercambiables y éstas, entre intermedias y de hundimiento III o IV. Este tipo de líneas era las que mejor funcionaban ya que la conformación rocosa del río no permitía la utilización de líneas de hundimiento completo o los shooting de cabezas muy largas. El líder, al igual que en el Varzuga, era un nylon de no más de dos metros de largo, sin ahusamiento, y de veinte libras de resistencia, (unos nueve kilos). Las moscas variaron radicalmente con respecto al río anterior. Estas eran más grandes, en anzuelos sin rebarba dobles número dos, cuando se trataba de moscas salmoneras clásico-modernas (más que nada alas de pelo), o tubos de bronce grandes y, por ende, pesados, de unos cinco centímetros o más, como queda dicho más arriba. La mosca más rendidora según los registros de captura fue la Willie Gunn en tubo de bronce.

Las técnicas de pesca en el Kola son exactamente las mismas que para el Varzuga, con la única diferencia que el Kola tiene más agua, los salmones son más grandes y que el que pesca vadeando desde la orilla tiene que dominar las técnicas de lanzamiento con caña de dos manos, el Spey cast, el doble Spey, y otras técnicas más modernas como el Snake Roll entre otras.

Que los salmones sean más grandes también significa poseer técnicas más refinadas para la pelea posterior a la clavada. Se pierden muchos salmones si uno no tiene bien claro lo que tiene que hacer en determinados momentos o situaciones. Esto no implica que una vez que se aprendieron estas técnicas los salmones no se liberan por sí mismos. Por algo son los reyes de la pesca deportiva, en agua dulce por lo menos.


En el río siempre me hago un tiempo como para tomar notas, por lo menos de algunas cosas puntuales las que luego, en la tranquilidad del campamento, trato de ampliar. Las que siguen son las notas, día por día, de esta semana en el Kola.

Sábado
Día de llegada. Pescamos por la tarde dos horas con Mike Savage, sin suerte. El lugar fue el Swirnming pool del Serious Pool beat. Mike embarcado en balsa, (o es embalsado?), con su guía de muchas temporadas en el Kola, Sacha. Yo pesqué vadeando desde la costa con Viktor, guía con el que no tuve la suerte de volver a salir en el resto de la semana. Como siempre me sucede en un río nuevo por primera vez o en el primer día de pesca de una temporada me fue imposible atar la mosca al líder por la forma en que me temblaban las manos de la excitación. Después de tantos años es algo que todavía no puedo controlar. Espero que no se me pase.

Domingo
Salimos por la mañana con Mike Savage al Junction. Los dos en balsas, Mike con Sacha y yo con el primo de éste, Liosha, como guías. Habíamos elegido el Junction porque James Farrer pescó allí la tarde anterior tres salmones, uno de ellos de veintitrés libras.
Mike sacó uno de catorce libras, unos seis kilos pasados, en la unión de los dos ríos pero más sobre el Kola. Yo dejé ir uno. Nunca supe el tamaño aunque sentí su peso y velocidad cuando arrancó aguas abajo. Hizo un borbollón en el agua y se liberó mientras yo luchaba con mi reel desatendiéndolo y dejándole línea “suelta”.
Como yo tenía problemas con mis reeles, Robin, con quien compartía la cabaña, me prestó un viejo reel de su padre, marca Beaudex, inglés, muy antiguo, el cual como freno tenía una chicharra disfónica, pero que era lo suficientemente grande para mi línea y robusto como para que no se me rompiera aún con los salmones más grandes.
Después del almuerzo bajamos flotando desde el campamento hasta el Serious pool. Allí pesqué mi primer salmón del Kola, diez libras, unos cuatro kilos y medio, después de estar pescando dos horas el pool. Si el Swimming pool me apabulló por su tamaño el día sábado, el Seriuos me terminó de asombrar por todo lo que él es, como su nombre lo indica, un pool “en serio”.

Pescamos dos horas más para seguir luego la flotada aguas abajo, al Swimming pool, pasando los segundos rápidos aunque éstos fueron más cortos y más fáciles. Los primeros rápidos fueron los de la entrada al Serious. Liosha fantástico en los remos.
En el Swirnming Pool nada. Anclamos en el glide donde había estado pescando Mike Savage el sábado por la tarde. Ví saltar dos salmones pero estaban fuera de mi alcance. Nos corrimos hasta ponerme a distancia de tiro pero sin suerte.
Fue una tarde muy lluviosa y fría. Me faltó abrigo. Los mosquitos también hicieron de las suyas cuando pudieron.

Lunes
Salimos a la mañana con Mike Savage y nuestros guías Sacha y Liosha al Reindeer que había rendido aceptablemente el día anterior. Apenas bajamos de la “ambulancia” en el “Bridge pool” y mientras los guías preparaban las balsas y equipos yo me puse a castear primero ante una invitación de Mike. A los pocos minutos clavé un salmón de unas doce libras, unos cinco kilos y medio. La clavada no me gustó porque fue en ese momento cuando la mosca ya pasó el “hot spot”, zona “caliente” del pozo donde generalmente toman, y estaba casi muerta aguas abajo. Fue en ese instante que ví un movimiento anormal en el agua e instintivamente tensé la línea. Allí estaba el salmón, pero yo estaba “frío”, poco concentrado en lo que hacía. Lo “jugué” por un rato, (los británicos “juegan” el pez, “play the fish”, no lo “pelean”), y cuando lo quise meter … de prepo” en el copo del guía “lo dejé ir” o “se liberó”, (también del inglés “let go” o “got free”, no dicen “se me escapó”).

Una vez que nos tranquilizamos un poco todos le pregunté a Sacha porque se me había ido el “pescado”. Recién ahí aprendí, después de diez días de pesca perdiendo salmones en situaciones similares, que no es lo mismo “jugar” con un salmón que con una trucha anádroma del río Grande. La trucha cuando se rinde es porque ya no le queda resto. En cambio el salmón siempre tiene algo mas con qué defenderse. Está listo para el copo cuando viene cerca de la superficie y cuando es relativamente fácil levantarle la cabeza fuera del agua.
Si no es así, al momento de ver al guía con su copo hace su último esfuerzo y, generalmente, se desprende de la mosca, aún si ésta tiene un anzuelo doble #4 o #2. Es increíble.
Este beat, el Reindeer, es realmente muy lindo para pescar, con flats, glides, correderas y remansos.

Antes del almuerzo, pescando el Dry Martini pool, se me escapó un salmón muy grande. Estábamos “trabajando” con mi guía una corredera desde hacía una hora aproximadamente. Estuve variando todo, moscas, presentaciones, distancias, ángulos. Como estábamos en la balsa también variamos la posición de ésta con respecto al glide, como para que la mosca, al derivar, se presentara con un ángulo distinto. Finalmente, en un lanzamiento de ésos en los que uno piensa “en éste tengo que prender uno” por lo satisfecho que se está con el lanzamiento mismo, incluyendo la presentación y la deriva final de la mosca, sucedió lo que tenía que suceder … el salmón tomó la mosca.
Por la forma agresiva que tomó la mosca, muy violenta, evidentemente algo lo irritó sobremanera. En la misma forma agresiva pegó su primer corrida, la cual fue muy corta, de unos pocos segundos, unos quince metros en total, muy cerca de la superficie, casi encima de ella, con una gran estela en el agua y “spray” detrás de él, terminando en un gran salto, en línea recta, sin contorsionarse, de izquierda a derecha cruzando el río y mostrándonos claramente su armonioso, perfecto y plateado brillante perfil, con algunos destellos de color entre el rojo y el bronce, denotando su estadía de algunas semanas en el río. Cierro los ojos y todavía lo veo.

Martes
Cambiamos de compañero de pesca y de guía. Salimos a pescar el Mónica Beat con James Farrer y Jaroslav como guía. El día se presentaba muy lindo, el cielo totalmente despejado, caluroso, 23ºC y 28.7 de presión a las diez de la mañana. Nada me decía que éste sería mi mejor día de pesca, sin dudarlo, tal vez de mi vida. Deportivamente hablando, por lo menos. Me pasaron tantas cosas este día que creo que bien vale otro capítulo sobre el mismo. Lo que sigue es un resumen de lo que pasó ese día.
Jaroslav decidió que él se llevaría a James en el bote a pescar el Ahab pool, mas bien del lado de enfrente de éste, y me dio las instrucciones para que yo pesque el Mónica Run. Unos pocos minutos pasado el mediodía saqué un salmón de doce libras, unos cinco kilos y medio, con una mosca tubo de bronce de Sacha y anzuelo doble #4. Perdí un salmón más. Sin rebarba se complica un poco, aún en los anzuelos dobles.
Después del almuerzo en la isla frente al Mónica Run, James se quedó pescando este Run que era suficiente como para dedicarle toda la tarde y Jaroslav me llevó a la cabeza del Ahab donde dejamos la balsa de “nuestro” lado y caminamos unos minutos por un sendero en el bosque, aguas arriba de los rápidos que desembocan en el Ahab.
El lugar que me indicó el guía para que yo entrara el agua no era un lugar muy fácil. Eran aguas profundas, donde a unos cinco metros de la orilla el agua ya me llegaba al pecho, y, para colmo de males, el bosque de cipreses llegaba hasta la misma orilla. Todo un desafío para buenos tiros.
No más de media hora después de empezar a castear clavé mi salmón el cual me llevó más de cuarenta minutos poder dominarlo e introducirlo en el copo a las tres de la tarde. La balanza del copo se clavó en treinta y cuatro libras. Restadas las cuatro libras que pesa el copo, el Kola me regaló este 18 de Junio, un salmón de 30 libras, más de trece kilos y medio de pura dinamita. Fue el tercer salmón en tamaño de esta temporada en el Kola.

Miércoles
Compartimos la combi con otro grupo. Ellos se quedaron en el Bridge Pool, al comienzo del Reindeer Beat y nosotros seguimos unos dos o tres kilómetros más aguas arriba para pescar el Bear Beat. Desde el punto en el bosque donde nos dejó la ambulancia tuvimos que caminar con James y Jaroslav unos tres kilómetros más por la vía del tren, la cual estaba de “nuestro” lado a esta altura del río, hasta el Broken Rod Pool. Jaroslav, al igual que el día anterior en el Mónica Beat, cargó con su mochila en la que llevaba su equipo y nuestro almuerzo y, encima de ésta, el bote neumático desinflado. Esta vez me tocó el primer turno de bote. Jaroslav me llevó a unas correderas que estaban inmediatamente debajo del Broken Rod Pool, mientras que James se quedó pescando una corredera cerca de la orilla, vadeando por donde podía. El día era muy lindo y veíamos movimientos de salmones, por lo tanto, teníamos la posibilidad de clavar alguno.

El salmón que había visto al final de la corredera me tuvo loco. Estaba súper activo. Lo veíamos saltar y moverse en diferentes partes de la corredera. Obviamente siempre estaba él donde no estaba mi mosca. James, en su corredera cerca de la orilla se reía.

Después de una hora de castearle, variando todo, presentaciones, moscas, el salmón se dignó, por fin, a tomar mi mosca. Y aquí comienza otra historia. Cortita. Lo poco que duró el salmón en mi anzuelo. Sucedió todo tan rápido que voy a demorar más en describir el momento de lo que duró éste. El salmón tomó mi mosca y salió como tren bala aguas abajo. Mi reel, en realidad el del padre de Robin, no frenaba nada. Traté de frenar un poco con la mano. Casi me reviento el dedo pulgar con la manija que giraba a gran velocidad. Cuando ya estaba con toda la línea fuera del reel, el bruto cambió la dirección de su huida y encaró corriente arriba ante mi desesperación tratando de enrollar la línea rápidamente y mantener el contacto con él, y ante la desesperación del guía tratando de desenredar el ancla de las rocas del fondo para ayudarme ubicando el bote como para que yo estuviera siempre frente al salmón. Como era de suponer, en un momento como éste fue imposible levantar el ancla.

El bote siguió “mirando” aguas abajo y yo sentado en el frente y sin poderme parar por lo inestable de la situación, Jaroslav gritando algo en ruso, me imagino que nada santo, y el salmón pasando raudamente al lado nuestro, aguas arriba, tan cerca que pensé que la línea se engancharía en el remo. En un momento llegué a tener contacto con el salmón nuevamente, ya que había enrollado suficiente línea teniendo, además, la caña lo mas alta y alejada del salmón de lo que me era posible. Pero ese contacto duró esto, nada. En el momento que lo vuelvo a sentir fue en el momento en que él daba vuelta por detrás de una roca que sobresalía un metro y medio del agua y encaraba de nuevo aguas abajo, dejando la línea suelta, floja, mis piernas temblando, y al guía maldiciendo en ruso.
Mientras rehacía mi líder, Jaroslav me llevaba a otra posición que yo le había pedido para tratar de sacar un salmón que había visto moverse antes en otro glide mas abajo, justo antes de unos rápidos.

Este salmón no se me fue. Pesó 18 libras, arriba de ocho kilos, y fue una pesca “de libro”. Mientras estábamos pescando el salmón anterior, el que se me escapó, lo vi a éste moverse abajo, justo donde terminaba el glide y empezaba el rápido chico o corredera grande. Una vez que clavé y perdí el primero, lo vi moverse de nuevo al segundo. Le pedí a Jaroslav que soltara un poco de soga del “ancla” para acercarme al segundo. Puse un líder nuevo, dos metros de nylon de 20 libras de resistencia. Hice dos casts y como ví que estaba incómodo para clavar al segundo le pedí mas soga al guía, unos diez metros más. Mientras tomábamos posición lo vi moverse de nuevo, siempre en el mismo lugar. Levanté la línea, hice el cast, la mosca cayó en el lugar correcto y un instante después, sin que la mosca haya derivado ni dos metros, el salmón tomó.
Una vez que pude bajar del bote cerca de la orilla y que quise arrimar el salmón al copo, el pescado como si hubiese presentido lo que le esperaba, salió como un rayo al otro lado del río, más de sesenta metros! Después de algunas corridas y saltos más, pudimos por fin introducirlo en el copo. Fotos y al agua de nuevo. Era apenas pasado el mediodía, hora de almorzar.
Al momento de devolver este salmón ya se había nublado. Almorzamos en ese mismo lugar y habiendo finalizado Jaroslav nos llevó en la balsa, aguas abajo, al Comer Pool. Pescamos ese pool y luego, ya en medio de una lluvia fuerte, pescamos el Bob’s y el Bear Junction. Terminamos temprano ese día debido a la intensa lluvia y al frío que estaba haciendo.

Jueves
Si el Swimming Pool y el Serious me parecieron grandes, el Net Pool me pareció enorme, más allá de todo límite. Es un pool para pescarlo todo el día y no se termina de hacer.
Este día me tocó el placer de compartir el día de pesca con Robin Blackhurst. Viejo pescador de salmón que estuvo pescando con nosotros en reiteradas oportunidades el río Grande, tanto por el lado argentino como por el chileno. Fue mi compañero de cabaña en el Kola y el que me prestó el reel. Después que pesqué mi salmón de treinta libras, tan contento estaba Robin por esto que me regaló
el reel de su padre. Fue para mí un gesto muy valioso.
Nuestro guía para este día fue Jaroslav. Como era uno de los beats más alejados llegamos a media mañana. Robin se quedó pescando la corredera más cercana a la orilla, y Jaroslav me llevó a pescar en bote las salidas de los diferentes rápidos.
Este día yo no saqué nada, ni a la mañana a la salida de los rápidos ni después del almuerzo en la corredera de la costa. A Robin se le liberó un salmón prácticamente desde dentro del copo y sacó un salmón de doce libras.

Viernes
Nadie quería el Mónica Beat. Cuando nos tocó el turno de elegir le sugerí a Robin que fuésemos nosotros allí. Era un beat muy lindo y me traía recuerdos de mi salmón de treinta libras.
El día se presentaba muy lindo, caluroso y despejado, ideal para pescar de remera. Al llegar al lugar habitual junto al río, Jaroslav mientras inflaba la balsa nos fue comentando que plan de pesca tenía para ese día. Por la mañana lo llevaría a Robin al lugar donde yo había sacado el monstruo, arriba del Ahab Pool, y yo iría a pescar el Mónica Run.
Cuando tuve que cruzar el brazo de río, el cual formaba una isla grande del otro lado de la cual estaba el Mónica Run en el cauce principal del mismo, noté que el río estaba distinto, mucho más alto. Entré en la punta de arriba de la isla como para pescar el glide antes del run, pero me fue imposible ubicarme en la misma posición de la vez anterior ya que la fuerza que traía el agua, literalmente, me levantaba los pies del fondo de grava. Luché durante una media hora con esta corriente tratando de pescar el mismo lugar del glide donde había sacado aquél lindo salmón de 12 libras con la mosca tubo de Sacha el martes anterior.
Cansado de luchar contra la corriente y sin poder pescar como quería me moví más abajo, al run. Me ubiqué como para pescar el ron justo en su comienzo, desde donde terminaba el final del embudo del glide, toda la curva de un poco menos de noventa grados a la izquierda, y el final de esta curva, donde empezaba un ron de unos doscientos metros de largo por unos cuarenta a sesenta de ancho. Después de una rápida pasada por la curva y apenas entrada mi mosca en el ron clavé un salmón de catorce libras, pasados los seis kilos. Habían pasado apenas veinte minutos del mediodía.
Una vez que solté este salmón y después de arreglar mi líder y controlar mí mosca entré nuevamente en el mismo lugar. Veinte minutos después clavé otro salmón. Esta vez de dieciocho libras, más de ocho kilos, el cual me hizo trabajar mucho para poder ponerlo en la orilla. Creo que fueron unos veinte a veinticinco minutos de lucha sin cuartel. Era una hembra en muy buen estado quien se aprovechó de todas las alternativas que le daba el río en ese run como para poder soltarse del anzuelo. Saltó innumerables veces, cruzó el río al otro lado, subió hasta el final del embudo, bajó aguas abajo hasta muy entrado mi backing, en este momento creí que lo perdía, se clavó en cuanta corriente encontró para oxigenarse y volver a la carga hacia otro sector del pool. En este río, que es muy ancho y donde los pooles y runs son muy amplios, no hay freno de reel que pare semejantes torpedos, menos mi reel que tenía por todo freno una chicharra muy ruidosa.
Después de las fotos devolví este salmón con mi sistema de ponerlo frente a la corriente entre mis tobillos, sin tocarlo con las manos, esperando en esa posición hasta que se recupere solo. Lo hago en el río Grande en Tierra del Fuego con nuestras sea trouts con un muy buen resultado en la recuperación y desestresamiento del pez. En un par de minutos, ya cuando el pez se endereza solo después de estar apoyado contra alguno de los tobillos y sus opérculos se mueven en forma regular indicando una respiración normal, uno se puede retirar hacia atrás sin que el pez se asuste ya que éste está mirando corriente arriba, recuperándose, y no me ve que estoy encima de él. Después de varios minutos de quedarse en esa posición se va nadando muy tranquilamente en dirección al lugar del pool de donde lo sacamos.
Mientras estaba haciendo este proceso de recuperación, el cual hago con todos los peces grandes y algunos de menor tamaño también, vi que ya se acercaba Robin en la balsa con Jaroslav volviendo de aguas arriba. Era la hora del almuerzo.
Después de comer rápidamente y de una breve charla de sobremesa contándonos nuestras anécdotas del día salimos nuevamente a pescar invirtiendo, en este caso, las posiciones, Robin se quedó solo en el Mónica’s Run y yo me fui con Jaroslav en la balsa al lugar de mi salmón de treinta libras.
Ya en el lugar me di cuenta de cuánto había subido el río ya que tenía allí las referencias de unas rocas las cuales, esta vez, estaban tapadas por la crecida después de la lluvia del miércoles. El río había subido unos cincuenta a sesenta centímetros sin ensuciarse siquiera. No pude entrar en el mismo lugar que la vez anterior y lo único que pude hacer fue subirme a unas rocas que estaban tapadas este día por el agua y que estaban unos quince metros aguas debajo de donde había clavado mi salmón. Era imposible pescar aguas arriba, la mosca no pescaba como debía. Vi moverse un salmón muy grande en el “hot spot”, lo imaginé por el gran tamaño de su cola, pero fue la única “actividad” que tuve esa tarde.
Cansado de tratar y no poder, le pedí a Jaroslav que me llevara aguas abajo, para verlo pescar a Robin. quien ya había sacado un salmón en el lugar que yo le había sugerido que tenía que pescar, el final de la curva de entrada del Monica’s Run.
Me despedí del río Kola, tirado al sol, disfrutando de la tarde y mirándolo a Robin sacar dos salmones mas de ese lugar y escuchando cantar las kukulkas en el bosque del otro lado del río, pensando si no me estaban invitando a volver pronto.

Los pesos y cantidades para la semana entre las doce cañas fueron las siguientes: más de treinta libras, dos salmones; más de veinte libras, ocho salmones; menos de diez libras, cinco salmones y entre diez y veinte libras, ochenta salmones.
La Mosca más rendidora fue la Willie Gunn en tubo de bronce.
La caña que más salmones sacó fue Mike Densen, con veintidós salmones y el salmón más grande fue de treinta y ocho libras, un poco mas de diecisiete kilos, pescado por la experta caña de Phillip Bowden-Smith.

Una nueva semana de pesca llegó a su fin. Había que volver a casa. Un sueño estaba cumplido. Había pescado salmón del Atlántico, en ríos de primerísima calidad, y con la suerte de haber capturado un salmón de treinta libras. Dos semanas compartidas con amigos disfrutando de su compañía, la primera en el Varzuga y la segunda ésta, aprendiendo de ellos los secretos de la pesca del salmón. Dos semanas en dos campamentos del mejor nivel, organizados casi a la perfección. Un viaje al otro lado del mundo para mí, conociendo nuevos países, nueva gente, nuevas costumbres. Experiencias que difícilmente podrá olvidar. Espero volver.

Marcos Juan Czerwinski

anglers@anglerstdf.com www.AnglersTDEcom
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