Pequeños ríos, grandes recompensas

REIVINDICANDO LO ESENCIAL

por CARLOS BECERRA
Fotos: SINDO FARIÑA y LUIS SCHLEGEL

Los cursos chicos -por más pescados y carentes de trofeos que resulten-, deparan hondas satisfacciones a los mosqueros cabales. Sobre todo si se los pesca con moscas de humilde tamaño.
Resulta frecuente que, en el afán de pescar mejor se desvirtúe lo que a mi entender es la pesca con mosca en su sentido más puro. Ejemplos de estas actitudes distorsionadoras de la esencia mosquera no faltan: tratar de pescar siempre lejos, tirando únicamente a la orilla opuesta; tirar sólo moscas grandes, “para truchas grandes”; restarle importancia a los ríos chicos, considerándolos una diversión intrascendente; dejar de lado los lugares de fácil acceso, estimando que por muy concurridos no albergan pesca.

Tales actitudes frente a la pesca implican serios errores de apreciación e, incluso, pueden atentar contra los propios intereses del pescador. Sin ir más lejos, la necesidad de entrar al río que provoca el tirar lejos, a veces sólo logra que los peces se espanten ante el vadeo.

Revisionismo mosquero

Vale la pena, entonces, revisar estos mitos uno por uno. Las truchas grandes, al igual que las chicas, también se alimentan con pequeñas ninfas e insectos. Por lo tanto, una mosca chica -si se la pesca correctamente, desde luego- tiene tanta chance como una mosca grande.

Los ríos chicos cobijan peces que, en relación con las dimensiones del torrente, configuran verdaderos trofeos. Suelen ser los más difíciles de lograr: están en sitios desde los cuales siempre nos ven antes; se defienden entre troncos y ramas, maraña donde a veces es imposible poner una mosca; y el pescador dispone de un equipo más sutil. Todos estos factores convierten a un río chico en un auténtico desafío, que todo mosquero debiera proponerse.

En cuanto a los lugares de fácil acceso o muy concurridos, valgan algunos desmitificadores ejemplos: La Usina en el Chimehuín; donde la holgada cantidad de gente corre paralela a las satisfacciones; el Pool del Cura, que a pesar de encontrarse frente al pueblo mismo reserva siempre una buena marrón, al igual que el Lady’s Pool y el río Malleo, bajo el puente del camino a Pilo Lil.

Panorama bajo el puente

Quiero detenerme en este último paraje. Se trata de un lugar al que le guardo un especial aprecio, ya que -por haberlo pescado tantas veces- resulta para mí una suerte de escuela, donde aprendí algunas de las cosas que hoy me ufano de saber. Lo visito toda vez que pesco en la zona de Junín de los Andes. El pasado abril no fue la excepción. En tal ocasión, entré al pedrero chato que sigue inmediatamente al puente tirando una Pheasant Tan atada en anzuelo 16. Tras la primera pasada me convencí de que estaba haciendo algo mal. De hecho, no tuve ni un solo pique, a pesar de que se notaba actividad.

Volví sobre mis pasos y, esta vez, até una Hare’s Ear, también en anzuelo N° 16. Con uno de los primeros tiros prendí un arco iris, que danzó para mi deleite antes de que la pudiera arrimar. A ésta le siguieron dos más. Era obvio que había elegido la mosca indicada para el lugar y la ocasión.
Seguí adelante y, en el pool que está debajo de ese peñasco que parece hecho con pancitos de azúcar, dejé de tener piques. Pasé nuevamente. ..y nada. Luego recorrí por tercera vez el pool, retornando a la Pheasant Tail.

¡Exito! Una marrón corrió por todo el ámbito antes de que pudiera vararla. En la cola del pool, otra marrón tomó la pequeña mosca y, clavada en la corriente, cabeceó con empecinamiento. La delgadez del tippet me impedía forzarla.
Tuve que contentarme con apreciar cómo, al fin, lograba zafar del anzuelo.
Después continué pescando río abajo, por una larga corredera que se recuesta sobre la margen derecha, con el mismo resultado que en el pedrero anterior. Probé más tarde en el pool grande que está debajo del camino, donde el río tuerce hacia la derecha, sin abandonar mis ninfas.

A esa altura, el Malleo se transforma en una sucesión de correderas rápidas y lentas, rematadas por un pool, orden que se repite una y otra vez, hasta dar la sensación de que se perpetuará indefinidamente. Por mi parte, insistí alternando las moscas más o menos peludas, en consonancia con lo que sugería la recientemente adquirida experiencia. y aquí ya no fueron exclusivas protagonistas las Hare’s Ear y la Pheasant Tan (F. Sawyer), de las cuales brindaré al final dos exitosas recetas.

El Malleo -ese pequeño gran río- se ofrece a quienes consideren que no hay mejor trofeo que una trucha lograda con buen estilo.

Nymph.

En pozones con aguas lentas siempre me han resultado más efectivas las ninfas de mayor lisura, al estilo de la Pheasant Tan. Por el contrario, en aguas más rápidas y bajas, las marcadamente peludas -como la Hare’s Ear- demostraron una contundencia superior.
No extraje vanamente esta jornada de pesca de entre mis recuerdos. Tuvo como escenario un río “chico”, en un punto bien conocido, muy pescado y sin trofeos.

Utilicé moscas pequeñas. Y no llevé a casa mis capturas. Pero, librado de la exigencia del gran trofeo, pude abocarme con plenitud a cultivar el buen estilo, factor que espero no perder de vista en la pesca con mosca. Además, obtuve como recompensa el paisaje y las truchas, a las que tal vez sigamos pescando si nos mostramos capaces de no matar cada trofeo.

Pequeñas grandes ninfas

Gold Rib Hare’s Bar
Anzuelo 39068 N° 10-18.
Hilo marrón.
Cola de pelos de la cara de la liebre.
Ribete de tinsel dorado fino.
Abdomen y tórax de las orejas de la liebre.
Tapa (wingcase) de ala de pavo.
Lastre de alambre de plomo.

Pheasant Tail (Frank Sawyer)
Anzuelo 3906B N° 14-18.
Hilo marrón.
Cola de fibras de la cola del faisán de collar .
Abdomen de fibras de la cola del faisán de collar, ribeteado en el sentido contrario con alambre de cobre muy fino.
Tórax de alambre de cobre (ésto configura el lastre).
Tapa (wingcase) de fibras de la cola del faisán de collar.
Foto superior: Gold Rib Hare’s Bar, una ninfa peluda de gran desempeño en aguas rápidas y bajas. Abajo: Pbeasant Tail (Frank Sawyer), cuyo éxito se asocia con los lentos pozones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *