Ologá

Pescando Pavones en el Lago de Maracaibo

Teníamos muchas expectativas sobre este viaje exploratorio de un nuevo pesquero para pavones. Habíamos escuchado historias de increíbles capturas de pavones en las lagunas y caños cercanos a la desembocadura del Río Catatumbo sobre las costas del Lago de Maracaibo. Nuestro destino sería la laguna de Ologá y el pequeño caserío de palafitos del mismo nombre, situado en un largo istmo que corre de Norte a Sur y que separa el cuerpo principal de la laguna del Lago de Maracaibo. ¿Pavones en el Lago de Maracaibo? Parecía el típico cuento de pescadores.

Nuestro Lago que es realmente un estuario con salida al mar, fue notorio por la pesca de sábalos en los años 50. EL record mundial de esta especie perteneció a Mario Salazar con un ejemplar de 141 Kg logrado en 1956. Desde entonces, la actividad de producción petrolera, la salinización causada por el dragado del canal de navegación para permitir la entrada de buques petroleros y los efluentes no tratados de las ciudades en la cuenca, han contribuido a erradicar esta y otras especies de nuestro lago y destruir la pesca deportiva como tal. De allí la importancia de este nuevo descubrimiento.
Echamos los botes a las aguas del Caño Colón casi en el centro del poblado de Sta. Bárbara del Zulia en la región al suroeste del Lago. El tráfico de lanchas y pequeñas em-barcaciones comerciales es nutrido. Este caño, que corre al norte del Rio Escalante, fue construido para ayudar a drenar las tierras circunvecinas y es una importante arteria fluvial en la zona.

El día era agradablemente nublado, la temperatura fresca y el entusiasmo crecía con cada kilometro recorrido. El trayecto cruza extensas tierras llenas del verdor del invierno y escasos puestos donde el ganado se congregaba para evitar las tierras inundadas por las recientes lluvias. La amplitud de la boca del Escalante es impresionante y justo al salir al lago, tomamos rumbo al norte, pasando la desembocadura del Río Catatumbo, y el pequeño poblado de palafitos del Congo Mirador en la distancia contra la costa cubierta de manglares y frondosos árboles. El agua turbia, típica de un rio de ese caudal en nuestras latitudes, se veía interrumpida por extensiones cubiertas de algas y pequeñas islas de lirios de agua y troncos flotantes, traídos por el río.

La entrada a la laguna se hace evidente por el drástico cambio de las aguas cargadas de sedimentos a aguas más oscuras, teñidas de taninos por la vegetación y de una transparencia sorprendente. El sol, ya bastante bajo en el horizonte se escondía detrás de una espesa nubosidad cuando arribamos a nuestro destino, un palafito desocupado retirado a unos 500 metros en la parte norte del poblado. Mientras se preparaban los aposentos y organizaban las cosas, mi amigo y socio de años, Fernando Fonseca y su hermano Freddy armamos cañas y salimos a pescar en la entrada a una laguna directamente frente al poblado. Quedaba quizás hora y media antes de oscurecer y la temperatura era muy agradable, la escasa brisa un deleite para permitirnos el lance de nuestras cañas de mosca sin problema alguno.
Aguas profundas, trasparentes y oscuras rodeadas de manglares y otros árboles tropicales con recodos cubiertos de vegetación, y el ocasional conjunto de lirios de agua cuyas hojas parecían esconder sorpresas inusitadas para el pescador. Decidimos pescar combinando poppers en una línea de flote y moscas pesadas en una línea de profundidad para muestrear eficientemente la superficie y las aguas medias. Yo escogí pescar el popper en una caña #8 mientras Fernando usaba una #6 para la mosca. La acción no se hizo esperar y pronto un violento strike me sorprendió al punto de no estar preparado para reaccionar. La efectividad de ambos métodos fue similar esa primera tarde y si alguien tenía un strike el otro casi podía asegurar otro lanzando al mismo sitio. Los pavones eran muy coloridos y fornidos, gruesos para su tamaño, promediando bien por encima del kilo y medio con algunos excediendo los tres kilos. Esa primera hora y media de pesca arrojó 12 piezas capturadas y devueltas. Nuestra satisfacción de haber comprobado la existencia de este pesquero, bastante cerca de nuestras residencia en Maracaibo, era inmensa. Regresamos al palafito ya oscuro para encontrar casi lista una excelente cena criolla.

Mientras esperaba conciliar el sueño, cosa que no fue nada difícil, me preguntaba qué circunstancias fortuitas habrían permitido el establecimiento de pavones en esta zona que parecía estar hecha para ellos. Sin enemigos naturales como las toninas del Orinoco ni pirañas, los pavones se adaptaron rápidamente en este nuevo entorno donde apenas tres años antes se había capturado el primer ejemplar. Si bien en la actualidad solo se encuentra el Mariposa (Cichla Orinocensis), el potencial de la zona para la pesca deportiva de esta y otras especies es simplemente inmenso.

La mañana fue fresca y de nuevo nublada. La llegada de las lluvias a la zona ha sido prematura y la amenaza de lluvia era constante. Un joven del pueblo de nombre Johnkelvis era nuestro botero. Nunca había visto a nadie pescar con mosca y nos aseguró que éramos los primeros. Esto se evidenció por la tarde cuando al regresar a almorzar, le comentó a los otros locales de nuestro nuevo método. Alexis, el cacique local, insistió en acompañarnos en otro bote por la tarde para ver con sus propios ojos la novedosa técnica.
Para los locales la presencia del pavón es algo nuevo y están llenos de dudas y desinformación. Mientras cenábamos, me di a la tarea de tratar de enseñarles y hacerles comprender el tremendo potencial turístico de ese hallazgo y la necesidad de preservar la población de pavones. El concepto de pesca y captura era nuevo para ellos y no comprendían el devolver hoy para tener mañana. La expresión de uno de los jóvenes que nos sirvió de lanchero esa tarde evidencia su percepción del asunto. Al ser preguntado por Alexis cuando regresamos sobre cómo nos había ido, sus palabras textuales fueron: “Sacaron más de treinta pero los botaron todos” No los devolvimos ni los liberamos, los botamos.

Les hablé de las experiencias en otros países en la gerencia de una cuenca para su explotación como pesquero deportivo. Les expliqué el por qué se debe limitar la captura, la importancia de devolver los grandes por su mayor impacto en la habilidad reproductora, les di la idea de crear algún tipo de licencia local para limitar el número de cañas y crear un ingreso para la comunidad. Creo que hay una importante tarea por hacer por este nuevo patrimonio que merece nuestra protección y cuido. Ellos piensan que el pavón está diezmando la población de las especies tradicionales de pesca en la zona y principal fuente de ingresos de los habitantes de la zona. Les expliqué que lo más probable es que el pavón estaba reemplazando el nicho biológico del bagre cazador o doncella, muy común en esas aguas en tiempos pasados pero muy escasos hoy en día. Les explique el privilegio y gran potencial que tienen en sus manos, si lo aprenden manejar, para el beneficio de todos.
La zona es extensa y el pavón ha ido extendiendo su penetración. Lagunas y caños están colmados y hasta en el propio lago de Maracaibo, sobre las costas se pueden sacar. La zona de ríos y lagunas de aguas claras penetra la tierra zuliana por las caños y ciénagas donde ocurre el fenómeno del relámpago del Catatumbo que alumbra los cielos todo el año noche tras noche. Se encuentran dentro del Parque Nacional Ciénagas del Catatumbo. Son parajes hermosos, salvajes, donde los araguatos y los paujís todavía son comunes. El potencial de la zona como nuevo paraíso para la pesca deportiva es significativo. Invita a explorar hasta dónde se evidencia la presencia de la especie y a la siembra, ahora con conciencia, de las otras especies de pavón.

La mañana fue un deleite para la pesca con mosca. Nublado, agradable temperatura y hermosas aguas. El popper no resultó muy productivo y Fernando me llevaba una buena ventaja. Preferían las moscas de profundidad de colores claros y pescadas bien lentas. Pescamos la mañana y unas dos horas al final de la tarde. Las capturas excedieron los 70 ejemplares en los dos días.

por Rafael Morillo

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